LOS SEMIS
Semi desnudos
Semi vivos
Semi tristes
Semi felices
Semi muertos
Semi todo
Semi nada
Semi abrazos
Semi adioses
Semi lágrimas
Semi palabras
Semi peces
Semi semis
Semi somos
No piel
No cuerpo
No espíritu
No humanos.
TIERRAS DE AJONJOLÍ
Mira que es triste dejar caer un globo
Mira que el abismo se oculta entre las hojas
Mira que las sombras se atrapan como moscas
Mira el río
Mira las calles sin nombres que se dejan nombrar
Mira que podría recoger olivos
Ojos de aceitunas
Tierras de ajonjolí
Mira las luces de bengala
Mira que hay lugares donde los espejos se tejen
donde los peces lloran a los globos que mueren
Mira esas lágrimas de trigo a luz del sol
Mira que los rayos a veces retoñan y
suelen incrustarse como lámparas afiladas
como la última punzada de la aguja
Mira los tambores
Mira el mar cuando se recoge
Mira el temblor de los peces al llegar a la orilla
Mira los árboles soltando restos de la lluvia
Mira los cementerios en las oficinas
Mira el río
No es el río
Es un fantasma
La ciudad lo mató
Mira los trapos extraviados entre la espesura de las calles
Mira el horror de sus abrazos
El filo de sus halagos
Mira la ciudad
Es un fantasma
Esos trapos la mataron
Mira
no dejes caer el globo
Mira que es triste
Mira que duele
La ciudad es un fantasma.
EL ÚLTIMO GESTO DEL PEZ
¿Y quién eres?
El último gesto del pez
Una sílaba que nadie usa
Las sobras de un abrazo
Un circo con ciegos trapecistas
La mueca del payaso
Un calendario de cuerda
Un puñado de alfileres
Una jaula para hormigas amarillas
Un pez que llegó a morir lejos del mar
¿Y tú quién eres?
El mar que vino a ver cómo mueren sus peces.
MOFA
Aburren los edificios
El grito de los carros
Aburre el afán
y los autobuses que nos vienen a buscar para torturarnos
Aburren los días especiales
Aburren los acuarios
Esos centros de la mentira y
sus vitrinas que hacen mofa
Aburre el ruido tonto del televisor
El silencio de los periódicos
Las páginas sociales
Esos séquitos de la moda con su gente de tela
Aburre escribir esto
A casi nadie le importa este aburrimiento
y eso
eso
también aburre.
POÉTICA
La poesía es un territorio tan soberano que se hace impenetrable hasta para quien lo escribe. Por ello su cuerpo no puede cerrarse, la libertad es su sentido genuino. Jamás se termina, debe prologarse en los ojos del otro. Su realidad no es la que muestra, sino la que invita a ver. No nos salva de la muerte pero nos hace verla a la cara, diría Octavio Paz.
Su escritura es la escritura del silencio, es un viaje a la incertidumbre, nunca quien escribe sabe qué va pasar. En su camino es posible fracasar, incluso se puede morir, pero también se puede renacer o experimentarse la vida y la muerte a lo largo de su infinitud.
Es así, como la poesía es un territorio del ave Fénix, sólo puede renacer en sí misma. Es un territorio-mito, y el mito es imagen primigenia. Se puede afirmar que la poesía se va trazando a partir de la imagen, y ésta, es tan soberana como ella; es otro ser dentro del ser del poema. Se explica a partir de su propio ritmo, de su propio tiempo.
Cuanto más la imagen rompa con el tiempo subalterno, con el tiempo de los relojes, más imagen será. Por ello, su realidad puede ser inverosímil a los ojos de nuestro tiempo, pero muy cierta al otro que no se ve o no se está interesado en ver.
El poeta no toma la imagen, la imagen lo toma a él, lo habita como territorio vivo y muchas veces lo abandona y lo deja como sarcófago de palabras, huérfano de poesía. A partir de ella la poesía cuestiona su realidad, se contradice, no da repuestas finitas. No da respuesta. No le debe interesar dar respuesta, sólo la posibilidad de abrir otro camino, de rodar los telones, de hacer visible lo que no se ve. Por ello se afirma que la poesía no demuestra: muestra.
En su creación e interpretación habitan infinitas realidades, todas irrepetibles, todas incapaces de encontrarse. Se verán universos distintos, y cualquier suceso será posible. Muy bien lo dijo Bergson, lo que vio el poeta ni siquiera él lo volverá a ver.
Son imágenes irrepetibles que se rehacen y renacen todo el tiempo y toman todas las formas frente a los ojos del otro.
Fadir Delgado Acosta nació en Barranquilla y es poeta y escritora. Es autora de La Casa de Hierro y de El último gesto del pez.
Sus textos han sido publicados en diferentes revistas literarias nacionales e internacionales. Ha participado en distintos espacios y encuentros culturales de ciudades como París, Caracas, Quito, Canadá, Barquisimeto y La Habana, así como de otras ciudades de su país.
Entre sus reconocimientos destacan el Joven Sobresaliente en el Campo de las Artes en Barranquilla y el primer lugar en poesía en la VI Bienal de Noveles Escritores Costeños, que organiza la Universidad Metropolitana de Barranquilla.
Es tallerista literaria, gestora cultural y coordinadora de proyectos de la Fundación Artística Casa de Hierro en Barranquilla.