De cómo haciendo footing... (2ª Parte)
(...) Consigo incorporarme con cierta dificultad y, aunque al principio me cuesta arrancar el motor de mis piernas, inicio de nuevo la marcha atrás, dejando adelante el tumulto del que me siento avergonzado y surrealista inductor. En seguida me viene a la memoria la frase cortada por el golpazo.
–A mi me recuerda un huevo a la vocalista de Fleetwood Mac.
–¡Coño, es verdad pero no me vas a…
Y justo después de cruzar el puente del Kursaal, Juan se trastabilla y cae plomizo sobre el bidegorri, arrastrando a un infortunado ciclista que queda empotrado contra una máquina de la OTA que comienza a escupir tickets de aparcamiento que marcan las 8:30 horas del día siguiente. Se vuelve a organizar una buena a nuestro alrededor, con la gente liándose a empellones y codazos, y no precisamente guiados por la solidaridad ante la desgracia ajena sino por la ocasión de hacerse con los sabrosos recibos que dispensan aparcamiento gratuito hasta el día siguiente.
–¡Qué hace! –le increpo a una señora redonda que conozco del barrio y que se quita gente de en medio como quien retira las piedrillas de la legumbre extendida sobre la mesa.
–¡Quita, quita! –responde sin distraer la mirada de los tickets que aún quedan en el suelo. ¡Ya veré luego si me sirven para algo!
Juan no se desalienta –los gobackers no nos venimos abajo fácilmente– a pesar de que el trastazo ha sido morrocotudo y le empieza a asomar ya el chichón en su cogote pelado. Y continúa con su verborrea:
–Coño, es verdad! Ya decía yo que me resultaba familiar esa voz. Fleetwood Mac es mucho Fleetwood Mac, no vamos a menear ahora los bastiones musicales, ahora, reconozco que la Lana del Rey me pone, sobre todo su voz en esa promo. Pero la que me tiene realmente conquistado por su alarde de originalidad y buen gusto es la versión del Golden Brown de The Stranglers que se han sacado de la manga. Tío, en serio, supera la original, han metido una guitarra que suena super limpia, yo creo que es una guitarra de caja, y han sustituido el sonido del órgano, me imagino que el mítico Hammond, que la verdad se hacía monocorde y bastante pesado por un clavicémbalo o algo así que suena de lujo. La mezcla del punteo bluesero y moderno con ese sonido como sacado de un concierto de una corte renacentista es la bomba. ¡Me encanta!
Con un Juan rayando el paroxismo iniciamos el breve tramo del paseo de Salamanca que conduce al inicio del paseo nuevo, intuyendo la majestuosidad de las olas propias de las mareas vivas de septiembre.
Juan calla por un momento, relamiendo sus pensamientos, y el ruido del oleaje nos rodea por completo. Me vienen a la mente las dos montoneras de gente excitada. Curiosamente el primer tumulto se había producido tras mi caída y el segundo después del aparatoso accidente de mi colega Juan. Además, recuerdo las imágenes de ambas escenas con la suficiente lucidez como para percatarme de que en ambos casos los implicados presentaban el pelo y las ropas húmedas. Sin duda se trataba de una casualidad… ¿o se podía extraer alguna hipótesis de aquella extraña coincidencia?