La palabra, cuando no tiene a quién nombrar, a qué dar cuerpo, y no es habla, ni gesto o signo que entender, es ella misma el cuerpo del mundo, el propio ser del lenguaje. Sólo después de la completa desaparición del sujeto, y en la absoluta ausencia de objeto, es posible ver a través de la palabra, visualizar por el verbo. Y aunque nunca se pudo decir el nombre del silencio, de él surgieron todas las palabras.*
1
La palabra que repite el silencio de la cosa que nombra y tiene el sonido de su ausencia, no es el símbolo sino el término de su voz.
(San Sebastián, 3 de enero de 2012)
2
El mundo tiene la dimensión de la realidad y la duración de la existencia. Esto es: no se puede imaginar al ser y a la cosa en el espacio de la naturaleza ni en el tiempo de la vida. Sólo la conciencia del fin y de la inexistencia define las extremidades del ser y los extremos de la cosa: los límites y los términos para medir el mundo y contar lo que ocurre en él.
(San Sebastián, 5 de enero de 2012)
3
Es la muerte sola que detiene el tiempo de la vida y que cambia la naturaleza del espacio, el hecho definitivo y concreto que divide el pensamiento en la imaginación y la conciencia, y el conocimiento en lo absoluto y en lo abstracto, la muerte que hace de la duración de los términos y de la dimensión de los límites un mundo real, y de los instantes de la eternidad y de los fragmentos del infinito un mundo imaginario.
(San Sebastián, 10 de enero de 2012)
4
Mientras la ciencia establece desde un principio el sujeto y el objeto de su conocimiento, la conciencia encuentra su forma contrariamente en la ausencia del ser y de la cosa.
(San Sebastián, 17 de enero de 2012)
5
Si el pensamiento abstracto necesita de las formas metafóricas para expresar su materia y representarla en los cuerpos, el pensamiento absoluto se define, contrariamente, por los hechos de una conciencia y las formas metafísicas del mundo.
(San Sebastián, 20 de enero de 2012)
6
La metafísica tiene su base necesaria en la primera realidad y su desarrollo posterior a través de una única y definitiva conciencia.
(San Sebastián, 21 de enero de 2012)
7
El mundo, a diferencia del cuerpo, se conoce no por su naturaleza y vida sino por su realidad y existencia. Es decir que se accede a él no a partir de una ciencia sino de una conciencia.
(San Sebastián, 25 de enero de 2012)
8
El conocimiento del mundo plantea, desde un pensamiento de lo absoluto, no de lo abstracto, y de una forma metafísica, no metafórica, el problema de la realidad, pero no a partir del espíritu de la materia y de la imaginación de lo eterno, sino de la conciencia del límite y de la inexistencia.
(San Sebastián, 25 de enero de 2012)
9
Ante la realidad de la primera muerte, que no fue una abstracción del conocimiento sino un hecho absoluto, el pensamiento se hizo conciencia del límite y de la inexistencia. Y el cuerpo, que había contenido hasta entonces la vida y la naturaleza, encontró en ellas la inmovilidad y la forma del silencio necesarias para dar comienzo a la creación del mundo.
(San Sebastián, 30 de enero de 2012)
10
Al contrario de la naturaleza y la vida que necesitan tanto ser figuradas y expresadas por un sujeto, como representadas y materializadas en los objetos imaginados por él, es decir, que no pueden prescindir de la ciencia analítica para su conocimiento; la realidad y su existencia, requieren del pensamiento exclusivo de una conciencia, no de la imaginación, y se definen, por lo tanto, no por las imágenes y los significados, ni por las ideas y los conceptos, sino por la inmovilidad de la visión y el silencio de la palabra, que son, en definitiva, los límites de la mirada y los términos del lenguaje necesarios para comprender la integridad del mundo.
(San Sebastián, 2 de febrero de 2012)
11
Hay palabras que contienen lo mismo el discurso de la vida que el secreto de la muerte. Son los términos concretos de un conocimiento que surgen, no del pensamiento abstracto y la imaginación simbólica, sino del pensamiento absoluto y la conciencia metafísica, es decir, de llamar a las primeras desapariciones y ausencias con los nombres definitivos de la inmovilidad y del silencio, anteriores al lenguaje y al canto o, lo que es igual, antes del sentido y del significado. Porque sólo las voces sin ecos, que caen en el abismo de la muerte, repiten los sonidos de las ausencias y dan la visibilidad a los prodigios y los misterios de lo real.
(San Sebastián, 6 de febrero de 2012)
12
El conocimiento de lo absoluto no es la operación de un sujeto, como sucede con las ideas de lo abstracto, sino la afirmación de la realidad en la conciencia: no es la idea de la muerte, por lo tanto, la que define los límites y los términos del mundo, sino que es el propio cuerpo, en su forma y materia de inmovilidad y silencio o, mejor, en el vacío de su desaparición y ausencia, la finalidad última de la existencia.
(San Sebastián, 7 de febrero de 2012)
* Fragmento de la ponencia “Contra la imaginación. Crítica del pensamiento simbólico”, presentada al IX Congreso Internacional de Ontología “La Filosofía como Universal Antropológico”, el 1 de octubre de 2010 en San Sebastián.