Espacio Luke

Luke nº 140 - Junio 2012. ISSN: 1578-8644

Busca los autores o artículos de LUKE desde Enero de 2000.

Plazas. Plaza Monastiraki (Atenas)

Vicente Huici

Sentado en el pretil de la plaza Monastiraki, contemplo la caída de la tarde escuchando una musiquilla monótona que toca un par de jóvenes. Maite, mientras tanto, juega con su DS. La gente, turistas la mayoría, va y viene entre los puestos de frutas y regalos de primera y última hora. En una esquina, dos secretas detienen a un hombre de aspecto desarrapado y rostro curtido. Me quedo muy sorprendido del tamaño enorme de las esposas que le están poniendo. De la salida del metro veo venir a Mertxe acompañada del comisario Jaritos, con quien ha hecho buenas migas desde que les presentó Petros Márkaris hace un par de meses en Keratokambos. Vienen de la Plaza Syntagma, que, aunque está muy cerca, resulta difícil de atravesar por las sucesivas barreras de manifestantes y policías.

Kostas Jaritos me resulta más alto de lo que yo pensaba –como una versión griega del Montalbano italiano, símil voluntarioso, a su vez, del original y más bajito Carvalho–. Me levanto y nos saludamos. Jaritos nos pide disculpas por tanto jaleo diciendo –traducción de Mertxe– que "todos estamos hasta el moño, unos reclamando sus ahorros, sus salarios y sus pensiones, y los otros conteniendo la marea humana con el morro torcido, no sabiendo ni si cobrarán la siguiente paga". Después apela a nuestra condición de hispanos en un amago de confraternidad mediterránea. Asiento y sonrío todo lo que puedo. Sí, como en su momento dijo el veterano Cohn-Bendit en el Parlamento Europeo, detrás de los rescates de Portugal y Grecia, le puede tocar al Reino de España.

Jaritos da un pequeño salto al oír la palabra "Europa" y yo le comprendo.

Lo cierto es que la visita a Atenas depara muchas diferencias, pues si bien la Plaka conserva un ambiente entre turístico y algo hippy, desde la plaza Omonia para arriba hay mucho inmigrante transeúnte, la céntrica calle Ermou está acordonada de boutiques inalcanzables para la mayoría de los griegos (salario mínimo en 2012: 400 euros) y en el barrio de Kolonaki todavía se puede uno tomar un café (por ejemplo, en el Perós) rodeado de de señoras enjoyadas y señores encorbatados, cual en los años cincuenta del siglo pasado. Como en todos los lugares, la crisis económica afecta a quienes tiene que afectar y se libran quienes se tienen que librar.

Jaritos propone ir a tomar una cerveza (Mithos, por supuesto) a una de las terrazas próximas y que luego vayamos a cenar al O Platanós, en la calle Diógenes, donde, al parecer, el tzatziki y los suvlakis son excelentes. Maite cierra su DS y me da la mano ("Tengo hambre", dice como si no dijera nada).Al salir de la plaza, los secretas, que deben de estar esperando al furgón correspondiente, saludan a Jaritos levantando las cejas. "Estos estaban antes en homicidios", sigue traduciendo Mertxe, "pero ahora sólo hay robos, muchos robos, y suicidios, muchos suicidios", sentencia el comisario.

Me vuelvo. La Acrópolis nos contempla iluminada. Y yo pienso en Pericles, en Fidias, en Calícrates, en Platón, en Aristóteles. También en Aristóteles Onassis.

Plaza Monastiraki