Pardo Vidal ha compuesto una obra de agradable lectura, donde aparecen mezclados pensamientos con situaciones momentáneas y extrañezas; con esa misma soltura engarza referencias científicas y psicológicas dentro de asuntos cotidianos relatados con ironía y ternura.
Esta novela hace presentir una nueva etapa en la escritura de Juan Pardo Vidal. En ella, como era lo esperado, encontramos el tono y la agilidad del discurso que ya saboreamos en sus relatos.
El ritmo del lenguaje va ganando armonía y precisión a lo largo del texto y las palabras que describen pequeños hechos van conformando un halo plácido que envuelve al lector hasta cuando nos acerca a las bases de la teoría del caos y a otras leyes físicas que a todos nos intrigan.
La voz que narra La luz de la mesita de noche es una voz natural, fresca, pero algo desconcertante: no es la voz de una mujer, tampoco la de un hombre. Es una voz intersexual, que parece surgir del espacio donde se confunden lo femenino y lo masculino. Una voz queer, si a este anglicismo le damos el significado de lo diferente, lo intersticial.
De la ágil narración emerge el esbozo de una mujer, llamada Pi, y encontramos que ciertos aspectos de su carácter, o de las situaciones que ella describe o vive, nos está de una u otra forma comprendiendo a todos.
A lo largo del relato aparece tímidamente otro personaje del que van apareciendo datos sobre su vida y su modo de relacionarse; un hombre al que la protagonista se refiere únicamente con una cifra, Trece, y que –como ocurre con cada cosa– solo cobra realidad, para la protagonista y para el lector, cuando finalmente se le asigna un nombre en vez de un número, y se le llama por él.
En la misma medida en que Pi nos cuenta que le relaja el carácter de Trece, al lector le relaja el discurrir –en su doble sentido de deslizarse y pensar– de Pardo Vidal. Un discurso que no adormece ni anula la capacidad de entendimiento, como ocurre con otros textos que minan los sentidos y no dan otra cosa a cambio que un puro entretenimiento.
La ligera mezcla de ingredientes que es esta novela nos habla de su autor –alguien vivo, observador, analítico, con una larga experiencia de autoconocimiento–.
La luz de la mesita de noche y sus apuntes de ciencia, cotidianidad, intimidad, ironía y ternura, logran un relato que deja la huella de una sonrisa en la mente del lector.
Título: La luz de la mesita de noche
Autor: Juan Pardo Vidal
Editorial: Sloper (Palma de Mallorca)
Año de publicación: 2012
Número de páginas: 116