Para cuándo vuelven
Ricardo Triviño
Uno puede pensar que sus obras preferidas estarán siempre disponibles. Cabría, sin embargo, preguntar antes a algún fan de las novelas de El juego de Ender. Este 2011, Ediciones B publicó Ender en el exilio, el comienzo de la tercera saga relacionada con el personaje. El problema es que la misma editorial descatalogó las dos primeras junto con su colección Byblos en 2008 y no ha sido hasta este enero cuando ha terminado de reeditar los cuatro libros de la primera saga, sin noticias de la segunda.
En el mundo del cómic también existen desapariciones inquietantes. Todavía se espera que Norma Editorial publiqué íntegramente Las Ciudades Oscuras, la maravillosa serie de Schuiten y Peeters que describe la existencia de una Tierra alternativa a través de los extraños sucesos ocurridos en sus arquitectónicamente demenciales urbes modernistas. En mayo de 2010 salió, con dos años de diferencia respecto al original, el undécimo y último álbum, La teoría del grano de arena. Todavía, sin contar las historias añadidas fuera de la serie, falta por ver la luz en España el cuarto volumen, La Route d’Armilia (1988). Tampoco se pueden conseguir los tres primeros, editados por las extintas Nueva Frontera y Eurocomic, entre los se encuentra La fiebre de Urbicanda, premio de Angoulême al mejor álbum en 1985.
Del universo francobelga, también se echa en falta el genio de Fred. Este parisino de origen griego conoció la fama a partir de 1965 cuando, tras el cierre de la revista Hara-Kiri, empezó a dibujar las aventuras de Philémon en la revista Pilote. Aún inédita en España, esta obra alcanzó sus definitivos 15 tomos en 1987, con una fama similar a Astérix en su país. La crítica ha señalado su importancia dentro de la viñeta europea, no sólo por su tono poético, su derroche de imaginación y su humor mordaz y crítico, sino también por la gran habilidad del autor para exprimir las capacidades del medio. Únicamente el preclaro álbum de Historia del cuervo con bambas, que resucitó a su autor en 1994 con la Fauve d'Or de Angoulême, fue traducido por Dargaud al castellano el año siguiente, un incisivo y descacharrante álbum que desafortunadamente está ya descatalogado.
Otro autor de origen griego, aunque nacido en tierras helénicas, tuvo su aparición y desaparición en estas tierras. Arkás, el más famoso y desconocido de los autores de su país, fue traducido por la diminuta Kion Ediciones en 2002. Pese a no saberse quién se encuentra tras este pseudónimo, es extraño el griego que no lo conozca o la librería que no tenga una de sus antologías. Los cuatro libros editados en su día en España correspondían a las tiras cómicas de Perpetuo, un preso político condenado a 622 años de cárcel que debe soportar las puyas desmoralizantes de Montecristo, la asquerosa rata de la prisión. Desde su Xypnás mésa moy to zóo, en el que mezcla de manera desternillante fauna y sexo, hasta su E Zoé Metá, en el que un difunto conversa sobre la existencia con un ángel y un demonio, Arkás demuestra su inventiva y su originalidad, siendo capaz de reflexionar sobre los temas más controvertidos de manera tan aguda como ácida.
Pero si da rabia no poder leer un autor porque las pocas traducciones que se hicieron se han desvanecido del mercado, aún enerva más ver como el material de autores autóctonos anda desperdigado. No hablo de un historietista sin resonancia. Juan López, alias Jan, no sólo es el creador de Superlópez sino de otras muchas historietas de gran calidad. Se pueden descubrir su extensa obra gracias a la excelente página de David Fraile Vieyto. Y aunque paulatinamente han reaparecido algunos trabajos, como Nosotros, los catalanes (Glénat) o Las aventuras de Pasolargo (La colla de la pesigolla), la gran mayoría ha caído en el olvido. Entre ellas está Laszivia, una parodia intergaláctica de carácter erótico que, pese a ser retomada por Glénat en 2005 después de que Norma la sacara en 1986, ya no se encuentra en el catálogo de la editorial.
Así, aprendida la lección, al descubrir la rara avis que es Manuel no está solo de Rodrigo, no tardé en adquirirla en la excelente edición que Sinsentido hizo en 2005. Y cuando me topé con Flujo de Dave Cooper (La Cúpula, 2011), cuyas obras anteriores andan ya en paradero desconocido, pasé por caja sin dudarlo. Quién sabe hasta cuándo las mantendrán y si volverán a reeditarlas. Más aún viendo cómo funciona el sector editorial en este país.