Tut-Ank-Atón, el rey niño
Rafael Moriel
El día 26-11-1922 se abre el sello de la tumba de Tutankamón, lo que supone el más importante hallazgo arqueológico de la historia reciente.
Utilizado como cementerio para al menos cuarenta reyes y miembros de la familia real, el Valle de los Reyes fue abandonado por sus guardianes tras la caída del Imperio Nuevo Egipcio.
Howard Carter, hijo de un pintor inglés, pisó Egipto por primera vez a los diecisiete años, en calidad de artista. Sin embargo, fue años más tarde cuando el aristócrata inglés George Herbert de Carnarvon lo contrató para realizar una excavación en el Valle de los Reyes.
El faraón más famoso de todos los tiempos no era nadie entonces. Pero una taza con inscripciones, así como unos paquetes y jarras hallados junto a otra tumba, atrajeron la atención de Howard Carter. Tras varios intentos fallidos, Carter comienza su última temporada en el Valle de los Reyes el día 1-11-1922, desenterrando a los tres días un escalón de acceso a la tumba de Tutankamón.
El rey Tut nació a mediados del siglo XIV a. de C. Se cree que fue nieto de Amenhotep III e hijo de Akenatón, que abolió el culto a los dioses de Egipto y clausuró los templos de Tebas, trasladándose a la nueva capital Amarna, que erigió en honor al dios Atón. A decir verdad, se desconoce si el Rey Niño fue hijo de Amenhotep III o del propio Akenatón, que gobernó durante diecisiete años, pero al parecer fue instruido en la nueva capital, en un ambiente de amor y armonía desconocido hasta entonces. Su nombre inicial fue Tut-ank-Atón, en honor a Atón, y fue coronado hacia el año 1333 a.C., en plena crisis tras el profundo cambio religioso proclamado por el iconoclasta Akenatón.
Su pequeña tumba, ubicada frente a la de Ramsés VI, mostraba evidencias de haber sido profanada, puesto que en el antiguo Egipto quienes enterraban a sus reyes eran los primeros en robar sus tesoros, y algunas cajas habían sido abiertas y cerradas de nuevo. Diseñada para albergar a alguien de categoría inferior a la de un rey de Egipto, la tumba estaba dividida en un corto acceso, una antecámara, una cámara principal funeraria, un pequeño anexo y una cámara del tesoro.
El breve reino de Tutankatón –que finalmente cambió su nombre por Tutankamón–, no estuvo libre de intrigas y traiciones, aunque la historia reconstruida es una mera suposición de lo acontecido durante su reinado y posterior muerte.
Su esposa Ankesenatón, hija de Akenatón y que asimismo cambiara su nombre por Ankesenamón, perdió dos hijos cuyos fetos momificados fueron hallados en la tumba. Tras la muerte de Tutankamón, atribuida finalmente a una infección a la altura de la rodilla, Ankesenamón envía una carta a los Hititas, con quienes Egipto se encontraba en guerra cuando el Rey Niño fue coronado. El mensaje tallado en una piedra recoge la súplica al rey Hitita de que envíe a uno de sus hijos para desposarse y continuar el reinado de Egipto con sangre real, aduciendo no fiarse de nadie a su alrededor. El rey hitita hace caso omiso de la primera misiva, aunque finalmente accede tras un segundo mensaje, enviando a uno de sus hijos, que junto con su séquito, es aniquilado en las ardientes arenas de Egipto.
Posteriormente, el sumo sacerdote Ay y el jefe del ejército, Horemheb, se reparten el poder de Egipto. Un anticuario egipcio posee una joya de compromiso entre Ankesenamón y Ay, lo que confirma que ésta se desposó finalmente con él, a quien la historia no ha visto con buenos ojos y que, al igual que otros faraones, borró las huellas de su antecesor y su esposa.
Tutankatón murió a la edad máxima de veintisiete años. Ay reinó durante cuatro años, y nada se sabe de Ankesenatón, cuya tumba es buscada con especial ahínco.
Quien fuera borrado de la historia, el desafortunado Rey Niño, es hoy en día el faraón más popular de todos los tiempos. El perdedor por excelencia, cuya tumba fue prácticamente improvisada, es el único faraón conocido que descansa en el Valle de los Reyes. Ningún otro lo consiguió, ni siquiera Ramsés II el Grande, el más vanidoso de todos, cuya tumba fue destruida por las aguas.