La oración y el icono

Enrique Gutiérrez Ordorika

Oración

Salí a buscar... Detrás de la puerta, la bisagra y la escoba. No hubo nadie. Nadie. Nadia es el nombre de un amor siberiano. Un lobo se comió un caballo de la troika de Emelian. Le despertó el sonar agridulce de los cascabeles. Había huellas en la nieve de un pasajero que abandonó su sofá. La soledad hace perennes los inviernos. Paso de página. Alguien ha afirmado que desde que se marchó Lizardi no ha habido nadie que jugara con la niebla entre las hayas. He colocado una vela encendida encima de la mesa. La frágil llama se muere. La soplan los niños. Usaré palabras efímeras. Rezo. Busco alguien en el que depositar todas mis culpas. ¿Cómo se enhebra una esperanza? ¿Hallaré un culpable en instantes de inocencia?

Icono

¡Serás iluso! Creerte con suerte, porque has superado la edad de un actor mediocre sin haber perecido en el fuego del éxito o en las cenizas del fracaso. Deshoja la margarita de tu tercer día, lee en las gotas del sudor que tu cara ha dejado sobre la sábana, y pregúntale al padre ¿por qué si todo lo puede no se bebe de un trago el cáliz de tu amargura...? Te lo grita un redimido, uno de los que padecen de remordimiento, uno de los que haría el trabajo por tres monedas: la primera, para un vaso de vino; la segunda, para el tejido de cáñamo; la tercera, para pagar la minuta del abogado que le proteja de vuestras blasfemias. Judas y cía trabajaban más caro y, como no entienden de resurrecciones, dejaron sin rematar la faena. Créeme, no necesito mentirte... Puedes salir de la tumba. Puedes adornar la penumbra de un templo en el que haya altar para los sacrificios, y luego llorar... Si creen a la mujer que divisará la lágrima, entonces, ¡pobre de ti!, será un milagro. Alguien te delatará a los peregrinos. Quedarás prisionero de sus penas y sus ruegos. Querrán que les repitas la escena. Que les consueles, mostrándoles una y otra vez el secreto de tu calvario.