Tristeza
Marta Ballbé
Quisiera que mi vida sea un torrente fértil
que recorra la tierra con alegría
Carta de Amedeo Modigliani
a su amigo Oscar Ghiglia, 1898
De entre todas las emociones básicas que nos habitan, siento un profundo respeto por la tristeza, pero, sin duda, me encandila y atrae de forma natural la alegría, emoción que considero suprema en el ser humano.
Transitamos tiempos de demasiadas vidas anestesiadas y aletargadas a nuestro alrededor, en universos en los que se sobreestima de forma exagerada el tiempo y la eficiencia, obviando la sutileza, el detalle, el matiz. Entre las diferentes estaciones por las que paseamos, admiro a aquellos que intentan vivir de una manera jovial, a pesar de todas las dificultades, dudas, temores, derrotas, contratiempos, frustraciones y preocupaciones que todos llevamos a cuestas, encarcelados a menudo en aburridas rutinas dictadas por otros.
Impregnados de maneras de entender el mundo enfermas y, poco a poco, interiorizadas y aceptadas por la gran mayoría, admiro a quien todavía hoy es capaz de confiar y disfrutar de la magia de la vida y encontrar placer y júbilo en ello.
Mareas de mundos a menudo antagónicos que nos traen anhelos continuos de alegría vital, intentando destronar el imperio del tedio y el hastío, y abrazando con fuerza la dicha y el dolor de la existencia.