K.E. Semmel: A lo largo de Los caballos…, las imágenes sugieren un estado de confusión mental: las señales han sido cambiadas o los caminos tienen nombres diferentes. Supongo que te fue difícil escribir sobre esa experiencia personal y, al mismo tiempo, revestirla del necesario lenguaje poético para convertir el resultado en arte.
Pia Tafdrup: Escribí con la esperanza de que mi padre aún estaría conmigo, de que yo pudiera estar con él un poco más de tiempo. Mi madre se sintió aliviada cuando mi padre murió, había vivido toda esa profunda pena cuando estaba vivo. Yo sólo lo había vislumbrado, por lo que lo lloré de otra manera.
Naturalmente, estuve llena de dolor mientras escribía los poemas, pero también me sentía optimista y eufórica, lo que me sorprendió. Mi padre estaba muerto. Pero el material se encontraba tan vivo como cuando lo escribí. Fue su presencia lo que convocó al mito de Orfeo, aunque éramos padre e hija y no dos amantes. Eso sí, compartían en cada caso un muerto. Esto fue un punto decisivo en el proceso; cuando puse los poemas en boca de Eurídice, sólo pude hablar personalmente. En un primer momento sabía que estos poemas trataban sobre muchas otras personas aparte de mi padre, y con estos poemas quise hacer a mi padre. Tan cercano como lo pudo ser cuando él estaba ahora muerto. La muerte no es un hecho que los poemas intentan cambiar, pero escribiendo poemas escribí como Eurídice, como padre fuera de las sombras y yendo hacia la luz. El mito de Orfeo es muy masculino. Orfeo guía a su amada desde el fondo hacia arriba, y, en el mito, la mujer no es sólo pasiva, sino que también está muerta. El mito de la mujer muerta siempre me ha provocado. Es convertida en un objeto, pero Eurídice ha tenido su propia vida. Debe de haber tenido un padre, cuya muerte también una vez lloró. Imagino, en contra de los principios del punto de vista tradicional, que Eurídice debe de haber sentido sus gozos y sus preocupaciones. Intento darle un giro al mito de la extrema objetivación de la mujer y hacer a Eurídice más fuerte, dándole su voz y vida. En Los caballos… no es sólo una estatua.
Para mí, ella se convierte en lo contrario, en catalizador, dándole vida antes de ser salvada del infierno, antes de que Orfeo salga a escena. Eurídice siente deseo o nostalgia después del amor y pertenece a un mundo comunicativo opuesto al fondo silencioso. Por lo tanto, Los caballos…traslada la figura de Eurídice de objeto muerto a sujeto vivo, pensante, hablante. El mito significó, por tanto, una transformación del material personal.
Quizá el mito hizo posible el libro. El mito de Orfeo y Eurídice refiere a una precondición del arte: el sacrificio del amado. En el mito tradicional, Eurídice está lejos y debe ser devuelta a la vida, y Orfeo pierde a Eurídice, pero obtiene el poder para crear. Él crea vida de la muerte por llevar a cabo la concepción de Eurídice. Resumiendo, uno puede decir que Orfeo pierde a su amada, pero gana el poema. El mito de Orfeo es, en el mismo sentido, un mito sobre la inspiración. Como mujer poeta, yo, por tanto, veo necesario encontrar mi lugar en relación con ello.
En el mito, la voz se conecta al hombre. Una mujer poeta puede elegir identificarse con Orfeo y relegar su género, o puede dar voz a Eurídice. En cualquier caso, a ella le he dado una posición más central que la que he visto en cualquier otro lugar. Ése no era el plan, pero creció cuando lo escribí. Una puede decir que el mito original se fue en mi trato con él, uno puede imaginar mi adopción del mito como un contrapunto, una ampliación que deseé porque realmente me interesa. Es un nuevo reto, donde Eurídice recupera a su padre muerto. Un padre muerto no puede ser reclamado, pero puede ser revitalizado en palabras, en poemas. Con todo, no es lo mismo que devolverlo a la vida.
K.E. Semmel: Si Los caballos… es una respuesta emocional a la enfermedad de un padre y su muerte, Las Ballena en París parece una respuesta intelectual para entender el caos en constante y trepidante expansión. Y cada libro es informado por el espectro evocador e inquietante de la muerte. ¿Cómo te sientes viendo estos dos libros publicados juntos en ingles?
Pia Tafdrup: Estás en lo cierto: la muerte es el centro de ambos libros. Desde el mismo principio de mi carrera, la muerte siempre ha sido el objetivo de mis poemas. Pero cuando eres una mujer joven y poeta, los críticos algunas veces solamente se centran en los elementos eróticos. Entonces me enfadé con este trato. Hoy día, sólo estoy orgullosa si mis lectores encuentran una chispa erótica en mis poemas.
Pero es erróneo no darse cuenta de la muerte. Las dos colecciones están conectadas una a la otra. Tienen la misma estructura, el mismo movimiento y la misma distribución. Es una ventaja leer las dos juntas. Ahora estoy escribiendo el tercer libro.
Durante muchos años he trabajado a la manera del triunvirato tesis, antítesis y síntesis, o al menos con un grupo de libros que entran en diálogo el uno con el otro. Espero que Bloodaxe publique un día un volumen que incluya este tercer libro. Pero como Ballenas… fue publicado en 2002 y Los caballos… en 2006, estoy contenta de ver la traducción. El tercer libro probablemente será publicado en danés en 2010.
Hay un entendimiento en cada colección, pero Ballenas…tiene un trasfondo especial. Walter Benjamin Das Passagenwerk (Proyecto Arcade) tuvo una gran inspiración, incluso aunque yo use el concepto de pasaje a mi manera.
En las notas del libro escribo: Un tipo de pasaje-pensamiento –un cambio de un estado a otro– me ha fascinado desde mi primer libro, cuando un ángel rompe su silencio, y no es coincidencia que puentes y puertas hyaan estado desde entonces en muchos de mis títulos.
K.E. Semmel: Los poemas en Ballenas… tienen más luz, más esperanza. Incluso el poema final, “El silencio después de nosotros”, comienza con la frase “sólo queda un día” y fue escrito el 31 de diciembre de 1999. Parece al final esperanzador a lo que encuentra modelos fuera del caos. ¿Es esto una justa valoración de Ballenas…?
Pia Tafdrup: El mundo existe en la fuerza de los polos y hechos políticos, sociales, culturales, etc. Yo me apego a la perspectiva del poeta sueco Gunnar Ekelof: la naturaleza humana es un campo de batalla. Ekelof dice que no es el dragón o el caballero quien pierde su vida, es la doncella. Ella es la que, como nosotros, debe luchar. Ella vacila, por lo tanto, está en equilibrio: un cuadro revelado de cómo nuestras vidas son influidas por la fuerza y la debilidad, un acto equilibrante donde un momento de despiste puede ser catastrófico.
El cuerpo siempre tiene al menos una herida, la tierra tiene la misma. Bajo estas condiciones el arte es creado. Pero sin un interés creado, la poesía apenas moverá al lector. Desde que era niña, he estado interesada por el mundo, es todo lo que escribo.
De todos modos, generalmente elijo un acercamiento existencial. Y hablo desde ahí con esperanza. Permítame también citar al poeta danés Ivan Malinovski. El título de uno de sus poemas dice así: “Vive como si hubiera futuro y esperanza”. Es también mi perspectiva.