Luke nº 120 - Septiembre 2010 (ISSN: 1578-8644)

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K.O.
... Después de caminar un buen rato aparece el azul relajante y distingo a una mujer que toma el sol sentada fuera de la toalla, justo donde las olas mueren ...

José Manuel Botana

Apenas me daba cuenta del tararear que rompía el silencio de aquella habitación de hotel mientras vaciaba apresuradamente la pequeña maleta…

“No me levanto ni me acuesto día / que malvado cien veces no haya sido”. No me entretengo, estoy en lucha entodavía, hoy voy ganando, ayer perdí. Me regaló una herida, cierra de noche, abre de día; -no sufras Prometeo- me dice siempre que la veo1.

Era mi voz con prisa queriendo dejar atrás esa parte de mi vida, sentía ese instante de ansia como el estremecimiento que incita al boxeador a levantarse e ir a por el otro, a bajar la guardia, a no escuchar las voces que desde el rincón le gritan: ¡Cúbrete! Sabe que pierde a los puntos y lo quiere remediar, tiene claro lo que va a hacer, pese a la inflamación de los ojos se lanza a solucionar todo lo que ha hecho mal hasta ese momento y entonces su cabeza va en pos del guante de su contrincante hasta dar contra él con furia.

K.O.

Ahora siento que algo va a suceder, la pequeña maleta ya está vacía, cuelgo el traje de una manera descuidada en el armario, busco sin mirar las chanclas y el bañador, no son difíciles de encontrar entre la escasez de mi vestuario, salgo de la habitación y casi corriendo bajo las escaleras hacia la calle, no quiero preguntar a nadie así que me oriento por el olor que desprende el aire y el sonido de las voces que me guían hasta el mar. Después de caminar un buen rato aparece el azul relajante y distingo a una mujer que toma el sol sentada fuera de la toalla, justo donde las olas mueren. Intercambia miradas con un hombre sentado no muy lejos de ella en la arena de la playa, vestido con un traje marrón, tiene entre sus manos un paquete envuelto en papel y atado con una cuerda. Paso por su lado despojándome de la camiseta que pone “Siempre conté diez” en su parte delantera y en su trasera un “y nunca apareciste” y la dejo junto a mis sandalias de plástico, creo que le conozco, tal vez sea un actor. –No tendrá calor así vestido, pienso. Ella me advierte de algo, parece que el movimiento de su cabeza me señala el mar pero no estoy seguro. Me detengo en la orilla, el agua está fría, inicio una pequeña carrera y me sumerjo en el azul relajante, juego con las olas, nado alejándome de ellos, vigilante. A ella ya no la veo, él se incorpora y comienza a caminar paralelo a la playa con buen ritmo, por fin elije una calle y desaparece, sin mirar atrás. Ya es hora de salir, quiero sacar la cabeza fuera pero me fallan las fuerzas y a duras penas consigo ver en la orilla lo que ella me señalaba: La bandera roja.

Nota

1 Estrofa de la canción “Prometeo”, de Extremoduro, que contiene dos versos de Miguel Hernández

K.O.

Obra: K.O.
Artista: Malena de Botana
Técnica: composición fotográfica
www.lineas.org
www.malenadebotana.com