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María Luisa Balda
...mercaderes, traficantes,
más que náusea dan tristeza,
no rozaron ni un instante
la belleza
De “La belleza” (Luis Eduardo Aute)
“La poesía no interesa”, me dice con pena un gran amante de los libros: “Sólo algunos incondicionales siguen leyéndola. A nadie más atrae”.
Los motivos son múltiples, me quedo pensando.
Aunque algunos poetas logran ser cercanos, la oscuridad de los textos de otros ahuyenta a posibles lectores. Pero la poesía –como siempre ha sido– es extracto de la cosa literaria, y aun la más clara exige atención concentrada para ser leída.
La condensación de emociones que fluye en la palabra poética, y los pensamientos depurados hechos imágenes o impulsos que en ella laten, exigen ser elaborados mientras se lee.
Reconozco que hemos sido educados para el conformismo y que ya estamos todos más que hartos de palabras vacías que ensordecen nuestros oídos.
¿Cómo esperamos que se lea poesía en una sociedad hinchada de propaganda y donde, unos más que otros, todos jugamos a la gallinita ciega?
Leer poesía, además de abrir los ojos, implica ponerse al lado del que sintió, acercarnos a cómo lo sintió, estar cuerpo con cuerpo a su costado.
Leer poesía exige escapar de lo concreto, saltar por encima de la percepción individual, de lo próximo, de lo local, y comprender emociones y pensamientos que pertenecen a todos y en todo tiempo.
Después de revisar mis argumentos comprendo que haya tan pocas personas interesadas por la poesía: leer poesía es incoherente con esta maldita actualidad, que nos persuade de la inutilidad de mirarnos y de mirar.
A veces en la tarde una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara
De “Arte Poética” (Jorge Luis Borges)
