La muerte puede ser caprichosa y retorcida, por ejemplo cuando esquiva a quien, bien por su edad avanzada o por una delicada condición, y parece haberse erigido en víctima propiciatoria para lanzarse por sorpresa sobre algún miembro de su entorno que por el momento parecía a salvo. Ante la crueldad del destino, el dolor se magnifica. Esta podría ser, en síntesis, la premisa sobre la que se sustenta Una muerte en la familia, la novela del escritor James Agee publicada originalmente en 1958.
No es una lectura fácil aquella que disecciona el impacto emocional que el fallecimiento inesperado de una persona produce en sus seres queridos. Agee elabora una reconstrucción minuciosa acerca del modo en que la tragedia se inserta en la realidad de sus seres más próximos. Las escenas se suceden en toda su crudeza, desde la fatídica llamada telefónica en plena madrugada, que servirá de detonante para el accidente fatal, hasta la celebración del funeral.
La perspectiva se traslada desde los adultos –sobrecogedora la reunión improvisada durante la noche en que conocen la noticia y su prolongación hasta la madrugada– y, en especial, de la mujer del fallecido, hacia los niños, una vez que éstos se levantan por la mañana y se les hace partícipes de lo ocurrido. A través del pequeño Rufus experimentamos la confusión, el extravío inevitable ante la confrontación de un hecho de casi imposible digestión para una criatura tan insegura y vulnerable.
Dado que nos hallamos en el Sur de Estados Unidos durante la década de los cincuenta, la religión se erige frente a la muerte en árbitro esencial, aunque sea un juez cargado de ambivalencia. Resulta capaz de proporcionar inagotable consuelo, pero al mismo tiempo es fuente de rabia y de frustración como instrumento de exclusión e intolerancia en manos de los seres humanos.
De la figura del fallecido apenas sabemos nada, su persona se irá configurando a partir de detalles que emanan de las conversaciones entre los adultos y, sobre todo, de determinados pasajes que remiten al vínculo entre padre e hijo. Se trata de fragmentos imbuidos de un naturalismo que les confiere una fuerte carga emotiva y que los editores optaron por insertar en el texto pese a alterar la secuencia dramática.
Destaca Una muerte en la familia por su componente humano. Una obra reveladora desde su mismo título, de inspiración autobiográfica, de profundo aliento y largo recorrido. Una muy lograda representación de la fragilidad de lo cotidiano que destaca por su verismo, sensación magnificada si cabe porque su propio autor moriría de forma prematura a los cuarenta y seis años, sin llegar a ver su obra publicada.
Ficha de la obra:
Título: Una muerte en la familia
Autor: James Agee