Luke nº 122 - Noviembre 2010 (ISSN: 1578-8644)

Búsqueda personalizada
Busca los autores o artículos de LUKE desde Enero de 2000.
La máscara y el canto V.
Nicolás de Lekuona: Vida y obra del artista según Jorge Oteiza (I)

Emilio Varela Froján

Descubrí a Nicolás de Lekuona por los comentarios emocionados que Oteiza, dentro y fuera de sus libros, hizo siempre de su amigo y de su obra. Es decir, llegué a Nicolás de Lekuona desde el recuerdo que Jorge Oteiza dedicó de manera continua a su joven amigo desaparecido. Tal importancia tenía aquel recuerdo, que Oteiza dedicará dos de sus mejores, y más importantes, libros a su memoria.

Así, al frente del libro Interpretación estética de la estatuaria megalítica americana, de 1952, puso esta dedicatoria tan significativa: “Deseo que estén aquí, conmigo, dos pintores vascos: Nicolás de Lekuona (1913-1937) y Narkis de Balenciaga (1905-1935)”. Para Oteiza fueron vitalmente decisivas aquellas dos pérdidas, por tempranas e injustas. Porque significaron, además, la fractura histórica de su generación, y frustraron, entonces, la idea compartida de un frente vasco en el arte de vanguardia. En 1934, los tres artistas presentaron juntos sus obras en la exposición celebrada en el Kursaal de San Sebastián, con la firme intención de, en palabras de Oteiza, “fundar una asociación de artistas nacionales vascos”.

También dedicó ITZIAR elegía y otros poemas de 1992, su libro más querido, a la memoria de su mujer y de su “más íntimo amigo”. Entre sus dos partes, en el centro del libro, incluyó uno de sus fotomontajes de 1935 que Oteiza, en una aclaración a la segunda edición, consideraba la “clave” para interpretar algunos temas de la segunda parte del libro y para reconocer las intuiciones creativas de su amigo. Ya antes, en el libro Existe Dios al noroeste, de 1990, apareció el poema LEKUONA, donde vemos no sólo la importancia que daba a su recuerdo, sino también el sincero reconocimiento a su obra. Dice Oteiza en dos momentos del poema lo siguiente: “los muertos son el mismo el mismo amigo / soy el mismo el mismo nombre el mismo año la misma muerte / el mismo sitio”. Y más adelante, “venías un Lekuona tan múltiple riguroso y fino / y aún más alto que un Rodchenko”.

Quedaba definida, para siempre, su figura dentro de la obra de Oteiza, y vinculada definitivamente a su pensamiento. Y quedaba su propia obra preparada no sólo con el interés para posibles investigaciones documentales, sino para su estudio crítico en la Historia del Arte. En efecto, ambos estuvieron en el arte con la misma actitud experimental, incluso más notoria en la obra de Lekuona que en la de Oteiza de aquellos años. Esa actitud, como es bien sabido, era norma en los creadores de vanguardia, y luego acompañó a Oteiza hasta el final. Ambos, también, se interesaron muy pronto por el cine y la arquitectura, incluso Lekuona escribió entonces el borrador de Guión para las cosas solas, y trabajó en 1936 como ayudante-aparejador en el estudio del arquitecto moderno Florencio Mocoroa de San Sebastián realizando proyectos de sesgo racionalista. Parece razonable, entonces, pensar que, de alguna forma, la obra y el pensamiento estético de los dos artistas estuvieran íntimamente relacionados, reconociendo, no obstante, sus profundas diferencias.

Continúa

Nicolás de Lekuona. Fotomontaje
Nicolás de Lekuona. Fotomontaje de 1937