No es fácil escribir sobre una ciudad y conseguir que el lector sienta la respiración de esa ciudad palpitando a su alrededor. Si en la vida hemos puesto los pies en esa ciudad, el mérito es mayor aún. Y esa sensación es la que ha tenido este lector leyendo la última incursión literaria de José Carlos Llop, En la ciudad sumergida, libro dedicado a su ciudad natal, Palma de Mallorca, y en el que el escritor mallorquín hace gala de nuevo de su gran capacidad narradora, con esa escritura tan elegante y evocadora, tan característica en su obra, que tiene ecos felices de Laurence Durrell y su Cuarteto de Alejandría. Como fondo siempre el mar Mediterráneo, con sus horizontes abiertos hacia otras ciudades portuarias, y la mirada interior del escritor que vive en una isla y es consciente de los límites que impone la propia identidad insular.
José Carlos Llop se está convirtiendo libro a libro en uno de los escritores más sobresalientes en el panorama de las letras españolas contemporáneas. Y lo está haciendo sin grandes estridencias mediáticas, pero siempre en continua progresión, y buen ejemplo de ello está siendo la buena acogida de las traducciones de sus novelas en Francia. En la ciudad sumergida es quizá la obra más lograda de José Carlos Llop hasta la fecha, culminación de toda su trayectoria literaria, aún en plena construcción: en ella confluyen la escritura del poeta y el narrador, la del novelista y el dietarista, miradas que se entrecruzan y se aúnan en el espacio de la ficción, y que son inseparables para entender el universo literario del escritor palmesano, tan personal y definido desde sus primeras publicaciones de poesía.
Este libro es una evocación de una ciudad que ya no existe como la conoció el escritor. Estamos ante una memoria sentimental, donde ciudad y literatura, según palabras de José Carlos Llop, se unen en un espacio común: “Ciudad-literatura y al fondo el yo, como una ficción”. Y en esta ficción se encuentran los espacios interiores y exteriores que habitó y caminó en su infancia y adolescencia, que convergen y se enfrentan con la ciudad actual, siempre con la pátina de la nostalgia, en el poso de la escritura, de otras épocas en las que le hubiera gustado vivir, una leve melancolía de un escritor que decidió quedarse en su ciudad natal y aceptar su destino.
En esta memoria sentimental no puede faltar la literatura y esos escritores que un día vivieron en Palma de Mallorca, escritores palmesanos y escritores que llegaron hasta la isla para quedarse allí durante un largo tiempo. Entre los locales, José Carlos Llop hace especial mención a los hermanos Villalonga, Miguel y Llorenç, a los que el autor vuelve una y otra vez para buscar la quintaesencia de esa ciudad oculta bajo la piel de la nueva ciudad; entre los escritores que tuvieron residencia en Palma, nombres como Jorge Luis Borges, Robert Graves o Camilo José Cela, entre algunos de los más renombrados, cuyos pasos por Mallorca dejaron honda huella en la vida literaria de la isla.
Pero lo más significativo de En la ciudad sumergida es la celebración del lenguaje literario del que hace gala José Carlos Llop, un lenguaje configurado en un estilo sugerente y evocador, culto y refinado, siempre poético, de uno de los pocos escritores estetas que podemos encontrar en las letras españolas contemporáneas, rara avis en vías de extinción, magistral en la recreación de ambientes y paisajes rescatados de los profundos bosques de la memoria.
José Carlos Llop