Hace años, en unas jornadas en torno a la poesía, oí por primera vez la voz de Ángela Mallén. Sus palabras, su lenguaje, se impusieron en el silencio de la sala. Experimenté al oírlas una especie de conmoción, como si el arte hubiera detenido el tiempo y una singularidad imprevista llegara a nuestra percepción. No logré olvidar después los versos de aquella muchacha aparentemente frágil. Georges Bataille escribe, acerca de la poesía, lo siguiente: "No podemos prescindir de las relaciones eficaces que introducen las palabras entre los hombres y las cosas. Pero las arrancamos de esas relaciones en un delirio". En la poesía de Mallén advertimos ese delirio en cuanto tiene de pasión, mantenida con lucidez.
En el recuerdo sus libros, entre ellos Palabra de elefante, que recoge versos admirables: "Sé de un barrio romano donde siempre es el alba". Sus palabras son capaces de evocar nuestras albas, nuestro sentimiento de luces primeras. O este otro verso tan distinto: "Pero nunca sabré de qué color me quieres…".
Sin olvidar el beneficio de lo anterior, estamos ante un nuevo libro, dedicado a la madre fallecida recientemente. No ha podido encontrar la poeta título más bello (La noche en una flor de baobab) para un libro donde se mantiene lo más esencial de la poesía de Mallén. Sí se ha producido un "vuelco", en el mejor sentido, que beneficia la novedad. Quizá estas aportaciones ya se anunciaban, de manera contenida, en su poesía. No es atrevimiento afirmar que el universo poético de Ángela Mallén surge de la inquietud del ser, que propicia una cosmovisión de largo aliento en el fluir de las palabras. Una buena muestra es el hallazgo y desdoblamiento de nombres. Mallén es Úrsula, Oliva, Isolda, Enmanuela… Desde esa pluralidad nos llega con su dolor y ternura ("Con mis labios de Oliva, yo te arrullo: / déjame que te quiera como tú me enseñaste…").
La noche en una flor de baobab es un libro intenso, un libro "dado", verdadero por tanto. Sus páginas están estructuradas de manera original. Las palabras hipótesis, premisa, proposición, axioma, silogismo, tautología, y tantas otras, proponen el significado de los títulos, con datos de noches y meses que al ser agrupados dan cuenta de las experiencias de un tiempo.
La riqueza del lenguaje es otra de las características del libro, que obliga al lector a detenerse, a impregnarse de cuanto ha querido decir la autora, albergada en la grieta del árbol baobab y dueña de su tronco poderoso, cuyas raíces parecen sostener a todos los peregrinos posibles que, como Ángela, traen su carga de verdad. La poeta eligió África para que la serenidad del verso fluyera de la mente al corazón. En la paz del lugar pasó una larga noche con la flor de baobab, y allí se elevó su "géiser" cálido para cantar la pérdida, que también es alegría y memoria:
Mujer bajo un sombrero. Ella es el origen.
De ella vengo.
Los versos de Ángela son andariegos, transitan por la naturaleza, por el mundo de la imagen con nuestro recordado Hitchcock. Sin olvidar la clasicidad y el mundo nuevo ("Nadie me dijo nunca que el corazón es afro"). Veamos que esta voz nuestra no cesa, y nos dice: "Lentamente maduran aceitunas homéricas". Con frecuencia nos regala una reflexión: "Los árboles son lentos. No cometen errores".
Sabiduría y hondura encontramos en este libro de Ángela Mallén, que ha sabido mirar con su "ojo verde fósil".
Ficha técnica
Título: La noche en una flor de baobab.
Autora: Ángela Mallén
Ilustración: Melchor Zapata
Editorial: Asociación Cultural Andrómina (Córdoba 2009)
Número de páginas: 91