El sol retumba alegremente en el tajo, el encargado charla con el aparejador tuerto a buen resguardo de la sombra mientras yo saco tierra y escombros de la zanja sin perderlos de vista, mi cabeza rebosante de disonancias tiene hoy una balada ronca y sentimental que no cesa en su sonar, hago descender las chapas para encofrar y las coloco con disciplina y mucho arte, de vez en cuando el encargado detiene su alocución para reír y mover las manos cual domador de fieras instándome a trabajar más deprisa, mucho más deprisa. ¿Es legítimo este atosigarme, intentando con su voz y gestos desentonados ahuyentar de mi cabeza la balada ronca y sentimental? Si supiera que gracias a ella me concentro para intentar hacer un buen trabajo…
–Tenemos que echar el hormigón hoy, así que te quedas con otros dos hasta dejarlo terminado –dice acercándose a la zanja con el aparejador siguiéndole de cerca.
–Es un poco estrecha –protesta el aparejador tras medir con un flexo metro.
Los compañeros que me tienen que ayudar llegan media hora tarde enfadados, protestando, queriendo echar por tierra la balada ronca y sentimental que mantiene mi concentración en el trabajo. Ni siquiera reparo en ellos, apuntalo la última chapa para verter el hormigón; lo hacemos entre los tres, yo sin prisa, ellos con toda la del mundo.
Llego con cinco minutos de adelanto sobre el último autobús, me coloco bajo la marquesina y, cuando el conductor me ve impasible, sin adivinar en mí ninguna intención de subir, arranca sin apenas pasajeros en este miércoles desierto de tiempo. Esta noche no prepararé la mochila para acudir mañana a encofrar a la obra, sonrío cuando el tangente viento del sur me despeina un poco más y arranca las preguntas sobre la finalidad de mi vida, tal vez encuentre mi lugar así, disolviéndome en los paisajes, tal vez el designio sólo sea caminar por calles vacías con esa balada ronca y sentimental que no cesa de sonar en mi cabeza.
Obra: Asfalto
Artista: Malena de Botana
Técnica: óleo sobre fotografía
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