La belleza es vuestro patrimonio, pero vosotros preferís la pereza triste y rutinaria de una caja de cartón... Dejadme decir que ya es tiempo de amar, que ya es tiempo de creer en los prodigios y que algún día habrá flores en el jardín y viento en los árboles… Aquellos que han vivido muchos años lejos del pueblo serán llamados a retornar
Miquel Martí i Pol
Buscando, siempre buscando lo mismo. Darse golpes en la misma pared. Caer una y otra vez en las misma piedra. Tránsito continuo. Repetición tras repetición. Círculos no concéntricos emulando orbitales moleculares. La eterna pregunta, la eterna búsqueda, el eterno retorno. Esa luz tantas veces añorada, ansiada, extrañada. Siempre las mismas sensaciones, las mismas dudas, los mismos colores, pero esta vez con tonalidades y matices diferentes. De repente, una flor en medio de un prado. De repente, todo se ilumina, la belleza se hace reveladora. Es mayo y llevo casi un año ansiando esta temperatura. Todo esto es nuestro patrimonio, lo único que nos pertenece, aun sabiendo que no somos poseedores de nada en particular. Una flor, el viento, el cielo… aclaman nuestro retorno.
La pereza, la tristeza, las rutinas, agrisan nuestras vidas. Intento evitarlas, aun sabiendo que a menudo es nadar contracorriente. Seguiré nadando contracorriente, lo intentaré al menos. Siempre creyeron que era una inconformista. No sabían que guardaba cajas de cartón en mis armarios, en mis entrañas.
Es tiempo de amar. Lo dijo el poeta.
Me llamo Marta. Nací una madrugada de Fiesta Mayor en Terrassa (Barcelona). Soy charnega: de padre catalán y madre cordobesa. Desde pequeña, intuí que esta dualidad genética, lingüística y cultural marcaría mi existencia. Creo que bcn y su área metropolitana es mi lugar en este mundo, por lo menos, hasta día de hoy. Me fascina su luz, su gente, su cultura, la proximidad al mar y a las montañas, los días de sol a lo largo del año.
Mis amigos dicen de mí que soy un almaainquieta. Eso dicen ellos. No lo sé; yo sigo buscando, sigo buscándome…
Amo profundamente a mi familia y amigos. Necesito sentir el mar cerca, aunque algunos inviernos pasen lentos sin su presencia, pero, por las mañanas, en ese tren que me acerca a la gran metrópolis, ese pequeño triángulo azul a lo lejos, en los días claros y de poca contaminación atmosférica, hace que me sienta feliz de estar aquí.