Luke nº 114 - Febrero 2010 (ISSN: 1578-8644)

Búsqueda personalizada
Busca los autores o artículos de LUKE desde Enero de 2000.
Introducción a un recital literario

... muy pronto descubrí que la vida era un lugar chiquitito, en el que unos muchos obedecen las órdenes de unos pocos, bien porque así lo desean o por que no les queda otro remedio ...

Rafael Moriel

– Buenas tardes (dirigido al público, mirándolo de un lado a otro medianamente lento, con tono decidido). Me llamo Rafa y, aunque no sé muy bien por dónde empezar, creo que lo haré contándoos una historia de palillos (tono y gesto ligeramente dubitativos). Porque los palillos, aunque no lo creáis, resumirían la historia del mundo (intentando provocar la risa).

(Voz lenta, pausas, tono de cuento infantil. Música de fondo).

– Recuerdo que, cuando era pequeño, mi padre tenía un bar en la esquina de una calle. Teníamos una cocina muy chiquitita y yo jugaba allí, con los palillos: barcos, muñecos, equis... cosas así. Me gustaban los palillos, y mi padre decía, “Voy a por palillos”, y yo pensaba que los palillos estaban en un lugar solitario... y mágico; todo el mundo acudía allí, en soledad, por sus palillos. Mi padre cogía todos los que podía traer consigo, y después mi madre preparaba con ellos los aperitivos del bar, mientras yo jugaba a su lado, construyendo, creando.

– Más tarde descubrí que lo de los palillos no era algo infinito, que también se agotaban los palillos, que no brotaban de la tierra ni crecían en los árboles, que ni siquiera existía aquel lugar que yo imaginé en mi mente, misteriosamente solitario, de color amarillo, con rayos de luz colándose por el techo y las paredes, con mucho serrín y restos de palillo por todas partes.

– Enseguida y muy a mi pesar, descubrí que alguien fabricaba los palillos para que otro los vendiese; que mi padre los adquiría en un sitio vulgar, un lugar con luces fluorescentes en el techo y una caja registradora cerca de la puerta, y muy pronto descubrí que la vida era un lugar chiquitito, en el que unos muchos obedecen las órdenes de unos pocos, bien porque así lo desean o por que no les queda otro remedio (cerrando los ojos). Entonces, pensando pensando, supe que yo era de los que no les quedaba más remedio, y creo que por eso comencé a escribir.

Palillos