Luke nº 113 - Enero 2010 (ISSN: 1578-8644)

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Zarzalejo Blues: Cold Spring Harbor
... con su habitual precisión de cirujano, Yates describe en Cold Spring Harbor los ingredientes y el ambiente que preceden a la tragedia familiar y la hacen inevitable ...

Sergio Sánchez-Pando

Dentro del revival con sordina que –a raíz del estreno de la película basada en su novela Revolutionary Road– experimenta la obra de Richard Yates: reedición de Vía Revolucionaria y publicación de Las hermanas Grimes (The Easter Parade), ambas en Alfaguara, unido al anuncio del rodaje de una película inspirada en esta última, le llega ahora el turno a una nueva novela, Cold Spring Harbor –¿se atreverá algún valiente con sus relatos?–, editada por RBA.

Publicada en 1986, Cold Spring Harbor cierra de alguna manera el triángulo abierto con Vía Revolucionaria y continuado por The Easter Parade. No se trata sólo de la última obra que Richard Yates publicaría, sino que por su enfoque y concepción sirve además de complemento a las otras dos.

La trama se desarrolla en torno a una casa situada en un suburbio residencial próximo a Nueva York en la que una joven pareja con un niño recién nacido convive con la madre de ella, una figura trágica, alcoholizada. La pareja aceptó en su día compartir la casa a regañadientes y ya se han arrepentido de su decisión. Cuando ella hace acopio de valor para comunicar a su madre que han decidido vivir por su cuenta, una crisis en la pareja desemboca en violencia: su marido, un ser hosco y retraído, levanta por primera vez la mano a su mujer. Al concluir, la narración deja a la joven mujer situada frente a la cruel encrucijada que le ofrecen respectivamente las figuras de su madre y de su marido. No sólo la madre parece condenada a su suerte, sino también la hija respecto a la caprichosa violencia en ciernes de su pareja.

El deterioro de la convivencia en la casa es vista a través de los ojos del pequeño Phil, un adolescente sensible y taciturno que pasa allí el verano a la espera de regresar al internado donde estudia. La suya es un alma todavía cándida, inocente; pero dado su bagaje anidan ya en él el temor y la duda, si bien incipientes, respecto de su propia capacidad y su lugar en el mundo. No hace falta asistir a su evolución para comprender que su bagaje resulta insuficiente para afrontar el reto que se le avecina. Lastrado por las circunstancias y por su propio temperamento, el chico parece predestinado a cometer los mismos errores que sus familiares adultos.

Con su habitual precisión de cirujano, Yates describe en Cold Spring Harbor los ingredientes y el ambiente que preceden a la tragedia familiar y la hacen inevitable. Pero a diferencia de Revolutionary Road o The Easter Parade, en lugar de mostrarla en toda su crudeza opta por detenerse esta vez a las puertas, dejando que sea el lector, con la ayuda de su imaginación, quien dibuje sus efectos y consecuencias. La novela aporta, de este modo, una variante a esa visión determinista característica de Yates: su obsesión de que un ambiente familiar desgraciado engendra individuos inseguros e infelices.

Publicada veinticinco años después de , llama la atención la escasa evolución en el estilo y la temática de su autor, más aún en contraste con la experimentada por la literatura norteamericana durante ese mismo periodo. Ello prueba lo poco que a Yates le importaba cualquier aspecto al margen de sus obsesiones y su discurso. No es de extrañar, por ello, que acabara siendo visto como un anacronismo, un autor ensimismado y anticuado, por algunos de sus colegas más partidarios de la experimentación. Hoy se comprende que Cold Spring Harbor se encuentra entre las obras más sentidas de Richard Yates. Y la transmisión efectiva de un sentimiento genuino poco entiende de tendencias y de modas.

Cold Spring Harbor