El poeta Srečko Kosovel (1904-1926) pertenece al canon poético de la literatura eslovena del siglo XX. En vida no publicó ningún poemario, pero después de su muerte, el profesor Anton Ocvirk, entre otros, se ocupó de recopilar y organizar su obra en distintos volúmenes que fueron apareciendo poco a poco a partir de la muerte del poeta. Srečko Kosovel escribió no sólo poesía, sino también cartas, poesía en prosa, artículos ensayísticos y hasta un “manifiesto” (“A los mecánicos”, de 1925), como buen literato de su tiempo. Srečko Kosovel era un hombre comprometido con el momento histórico que le tocó vivir (I Guerra Mundial, invasión italiana de Eslovenia) y estaba al tanto de las principales corrientes poéticas-literarias del momento, así como de las corrientes artísticas del futurismo, modernismo, impresionismo o constructivismo.
Sin embargo, Srečko Kosovel –como poeta y persona– tenía, además, otras inquietudes. Era un hombre que reflexionaba sobre el arte, la vida, el amor, el viento, las palomitas, los ideales, el cisne, el sol... Como amante profundo de su región natal, el Carso, meseta famosa por sus cuevas en el sudoeste del litoral de Eslovenia (“Mi poema es el Carso”), hay varios poemas que alaban la belleza de esta región; son impresiones personales, atentamente observadas, como el típico pueblo del Carso, las estaciones del año (“Agosto”), el “viento primaveral” o la cena familiar y humilde. Su mirada también se detiene en el follaje del árbol en otoño; en la belleza del canto del cisne en un lago; en la caída de la luz sobre “la nieve pura y blanca”; o en las “nubes rojas y solitarias” del paisaje del Carso.
Srečko Kosovel mantenía una unión especial con su familia, especialmente con su madre, como se puede comprobar en el poema “Madre espera”. Asimismo, Kosovel es un observador que sabe plasmar con la palabra sus sentimientos e impresiones más íntimos, como cuando escribe que “¡se han petrificado los sentimientos!”. Muchos poemas del presente libro (Mi rostro no es para un marco) representan pequeños momentos de la vida del poeta. Así, la belleza de la melodía de un piano es fruto de un fugaz momento que el poeta sabe eternizar y embellecer. Igualmente, durante su estancia estudiantil en la gran y hostil ciudad de Ljubljana, Srečko Kosovel escribe muchas cartas a su madre, hermanos, amigos y amigas (“señoritas” y “muchachas”). Las cartas pueden leerse como breves testimonios de las principales dudas y alegrías del poeta.
Este poemario presenta la cara más personal y más honrada de Srečko Kosovel, quien llega a afirmar que “mi poema es mi rostro”. Son poemas –baladas del espíritu libre– que contienen la fragilidad y la belleza de lo efímero. En cierto sentido, lo que fue y ya no es.
Título: Mi rostro no es para un marco
Autor: Srečko Kosovel
Editorial: Bassarai
Año: 2010