Teresa Arocena colaboró como poeta con las revistas donostiarras Kurpil, Kantil y Caballo Canalla a la Calle. Es autora de la novela Espejo de extrañeza, galardonada en 1984 con el premio Pío Baroja. En 1989 publicó Por los ríos va el navío y, en 1990, Memorias de una época difícil, novelas publicadas por la editorial Primitiva Casa Baroja. El último de los títulos mencionado es pionero en tratar el tema de la violencia en Euskadi. En 2006, y en una edición del Ayuntamiento de Lasarte-Oria publicó Dama y, en 2008, Los oficios del azar. El mes de febrero de 2010 nos ha traído la presentación de su última producción en la librería Lagun de la ciudad donostiarra, donde habita la inspiración de Teresa Arocena.
Bajo el título de Familia de quelónidos (Edición personal), relata la historia de una curiosa "tribu autóctona" vasca, de una familia del país que se dice ser el más viejo de Europa. Una familia de extravagantes entre los que hay algunos más extravagantes que otros. Desde el principio, la narradora nos advierte que los Errialdeta utilizan un lenguaje alambicado, o un denso silencio encubridor. Son el prototipo de vascos que opta, según el momento, por dos posturas: la primera suele llevarles a ser prolijos y a proteger su intimidad escondiéndose tras una cascada de palabras; la segunda les lleva a silencios que hay que interpretar como de gran calado y significado. Ambas actitudes son dos caras de la misma moneda, dos comportamientos que se dan en la misma familia y, por supuesto, incluso en un mismo personaje. A los Errialdeta hay que interpretarlos, de manera que, si dicen que no tienen problema alguno, tal vez se encuentren al borde del colapso emocional. Los Errialdeta se orientan, en cuanto a los propósitos, intenciones o pasiones de otro en su mismo clan, por una actitud –adquirida en la convivencia forzosa de la infancia–que consiste en descifrar, mediante una lectura a la inversa, el mensaje expresado por el Eriraldeta supuestamente encubridor. Por ejemplo, si de la boca de un perfecto Errialdeta sale esto: "No temo en absoluto al azar, ni a la memoria ni a las malas intenciones que alguien pueda albergar contra mí; en resumen, vivo confiado", el interlocutor entiende de inmediato que su confidente vive en un momento pésimo para su seguridad y que se siente atacado por todos sus flancos a pesar de que la placidez reine en su rostro y no dé signos que revelen ninguna inquietud.
La narradora es la viuda de un Errialdeta que murió hace veintitrés años en un accidente de moto al esquivar un perro que cruzaba la carretera cojeando. Para más inri, este suceso ocurrió durante su viaje de novios. La joven viuda quedó atada de por vida a una silla de ruedas y a sus parientes políticos. Ella es el testigo de la vida de la familia, en la que los muertos y los vivos tienen el mismo protagonismo. Traductora de oficio, escribe un cuaderno de memorias que es el texto de la novela. Es una traductora que interpreta los comportamientos ajenos, digamos que los pone en limpio para nosotros los lectores. La preocupación por la precisión verbal de la narradora permite a la autora jugar con las maneras de decir de sus personajes, y hacer de la sutileza lingüística uno de los mayores placeres de la lectura que se encauza en el descubrimiento de una ironía a raudales.
Teresa Arocena explicó en la presentación de su libro que en su familia se habían producido muertes de seres cercanos y que ella los literaturizaba para darles una vida no perecedera. Parte de un ambiente propio, decía, "ambiente que la literatura convierte en ajeno y compartible".
La viuda de Bittor o Víctor Errialdeta, "paralítica y además vieja", analiza y desmenuza la personalidad de sus parientes políticos y su reacción tras la aparición, ocurrida a la muerte del patriarca, de un hermanastro que es sacerdote al tiempo que anciano dependiente y encima salmantino. El gran patriarca nacionalista tuvo un pasado desconocido que emerge por sorpresa, pero los Errialdeta tienen una regla máxima –y estoy siguiendo el texto–, que es "la de expresar el máximo drama con el mínimo de implicación dramática". El patriarca de la tribu, abertzale y devoto cristiano, "Don Dionisio el justo, el sabio, el casto, el gran callado", no fue tan casto en su juventud como sus hijos suponían; pero los hijos no van hacer de lo ocurrido "un drama" porque al fin y al cabo, son Errialdetas. Si hay marejada, tormenta, o tsunami emocional, su manifestación habrá de ser disimulada porque así lo mandan las reglas de la urbanidad vasca errialdetarra. Del argumento no desvelaré más.
Título: Familia de quelónidos
Autora: Teresa Arocena
Editorial: Edición personal
Año: 2010
Biografía de Teresa Arocena
Nací en San Sebastián. Mi familia, como casi todas las familias de entonces, profesaba la fe católica, y los colegios a los que enviaban a sus hijos eran religiosos. Hasta los veinte años más o menos no tuve el valor de comunicar en mi casa la renuncia a la fe y a las prácticas religiosas. Mi querido patriarca se entregó a rigurosas penitencias para que volviera al redil y me recordó el tiempo en que escribía esos versos tan puros como oraciones. Nunca podrá dejar de pesarme haberle causado tanto sufrimiento. Sólo cuando murió me atreví a abordar la narrativa. (...) Tengo la mala costumbre de no fechar mis escritos, quizá para perder la memoria del tiempo que se va. En cuanto a los estudios, me licencié en Sicología por la Facultad de Madrid. Con respecto a mi vida familiar, es tranquila y satisfactoria, aunque hay quienes hablan de mi misantropía, veredicto con el que no estoy nada de acuerdo. "Familia de quelónidos" es mi quinta novela.