El verano, por suerte, no sólo trajo un calor insoportable; también trajo a Nancy Peña. De lo que hay que recordar dos cosas: se deben escuchar los consejos de los demás y se debe buscar en las bibliotecas. De golpe, los cinco libros publicados por Dibbuks aparecieron sobre la mesa del comedor, sobre la cama, sobre el sofá. Y fueron devorados.
La autora, de familia de orígenes españoles, nació en Toulouse en 1979. Aunque su padre era aficionado al cómic, su interés por el medio no llegó hasta que conoció a Vincent Rioult, autor de Passer l'hiver. Ambos colaboraron juntos en historietas cortas para la revista Patate Douce, encargándose ella de los fondos. La originalidad de estas obras radica en que sus ilustraciones están hechas en xilografía o grabados en madera, técnica que influirá en el trabajo posterior de Peña.
Perteneciente a la esfera del cómic francés (Bande Dessinée o BD) menos comercial, forma parte de la plantilla de editoriales independientes como La Bôite à Bulles, encargada de publicar jóvenes historietistas como Nancy, Rioult o Vanyda (cuyo tebeo La casa de enfrente fue traducido al castellano por Ponent Mon en 2004). Asimismo, ha publicado Las nuevas aventuras del gato con botas en la editorial Six Pieds Sous Terre, que ha sacado obras de Baudoin, de Paco Roca o Jeffrey Brown; también ha participado en el proyecto de la editorial Danger Public con una historieta de dieciséis páginas titulada Kitsune Udon en soporte híbrido: una parte sobre papel y la otra a través de Internet (¡y cuesta sólo 1 euro!).
Toda esta información introductoria anuncia que uno no se va a encontrar con una dibujante cualquiera. Peña posee un universo tan particular como rica es su imaginación. Sus álbumes repiten inclinaciones tales como el gusto por los motivos y bordados, su atracción por el lejano oriente o la mezcla de lo real y lo onírico. Su estilo tiene cierto toque xilográfico, más acusado en El gabinete chino, donde el dibujo imita a los grabados. Su gusto por lo ornamental enriquece sus ilustraciones y les da personalidad: no hace falta más que ver cómo en la serie La cofradía del mar cada grupo social está marcado por una vestimenta muy concreta y detallada. Su mejor trabajo hasta la fecha traducido al castellano parece ser El gato del kimono, que no ha sido superado por su continuación, Tea Party. En él, Nancy Peña juega con diferentes registros: con la xilografía, con el ukiyo-e, las películas mudas, los estampados o la adaptación de personajes literarios (Alicia, Sherlock Holmes). Su trabajo con la plumilla es, en general, exquisito.
Desgraciadamente, en La Cofradía del mar, el poder de sus tintas se pierde bajo el color plano y satinado de los ordenadores; desde un punto de vista personal, los coloristas de los dos álbumes, diferentes para cada uno, malogran el trabajo de la autora. Esto no quiere decir que el dibujo de la autora no case con el color. Claro ejemplo de lo contrario son las ilustraciones que cuelga en su blog personal, que destilan una belleza y un gusto excepcional. Nancy Peña todavía tiene mucho con lo que sorprendernos.