Luke

Luke nº 105 - Abril 2009
ISSN: 1578-8644
Emilia Lanzas

Ana María Shua (reunida)

Ana María Shua
Cazadores de letras
Editorial Páginas de Espuma, 2009

Minificción reunida de la escritora argentina donde se engloban cuatro de sus libros ya publicados (La Sueñera, Casa de geishas, Botánica del caos y Temporada de fantasmas), setenta cuentos nuevos bajo el título de Fenómenos de circo, más otros doce inéditos.

La variedad de temáticas y enfoques nos proporciona una amplísima visión de este género tan híbrido y ecléctico, donde el lenguaje multívoco, la elipsis, la sugerencia y la aparente invisibilidad de lo esencial deben completar su concisión extrema. En La Sueñera los estados de vigilia y de sueño se entrelazan en una surrealidad indefinida; dejar de soñar supone la pérdida del paraíso:

"Habéis desobedecido mi orden, dijo el Señor a Adán y Eva. Y sin darles otra oportunidad, los despertó de golpe".

En Casa de geishas, los estereotipos hombre-mujer, el erotismo y el deseo, están tratados de una forma misteriosa y amoral:

"En cierto recóndito paraje de su anatomía, Jezabel ha soportado un complejo tatuaje. Muchos han pagado por verlo. Los que, gracias a su habilidad o a su fortuna, pueden contarlo, dicen que el dibujo representa un mapa teñido de colores suaves (esa combinación de las tintas con el tono natural de la piel). En el mapa está señalado el punto en el que se encuentra el observador y la ruta que lo llevará a la salida".

Como muestran estos dos microrrelatos que pueden servir de ejemplo, los cuadros intertextuales y metaliterarios que Shua utiliza –y que el lector necesita para significar el relato– comprenden múltiples aspectos y numerosos personajes: Van Gogh, Tarzán, Caín, Kant, Cenicienta, Ulises, el Príncipe Azul, Kafka, Lady Macbeth… Las escenas abarcan desde lo mítico hasta la cercanía más prosaica. La autora suele partir de la fantasía para finalizar con un entroncamiento con la realidad, aunque también son numerosos los microrrelatos en los que el planteamiento es justamente el contrario. Asimismo, utiliza desenlaces marcadamente irónicos o humorísticos ante un tono reflexivo, o a la inversa. De la primera persona pasa a la tercera. Las formas se alternan –en este tipo de textos tan desgenerados, como indicó Violeta Rojo–, y los ensayos, las anécdotas, las fábulas se van sucediendo. Estos recursos literarios –que como juegos pueden ser también definidos– provocan una alerta constante en el lector muy cercana a la complicidad.

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