Luke
Terrorizer, de David Murders & The Representatives of Evil
El primer disco de David Murders & The Representatives of Evil ya está en la calle. Te aviso: si buscas la canción de pop perfecta, como Kiko Amat, aquí no la vas a encontrar. Y, dos, por mucho que se ponga gafas de sol para la foto, tampoco vamos a tener un nuevo hype. Y, bueno, tres: si te gusta escuchar música sin mover la cabeza, pasa de este disco. Sin mover la cabeza y sin utilizarla, porque el primer disco de David Murders & The Representatives of Evil no te va a ayudar a conciliar el sueño, y si lo hace, mal vamos. Las canciones de Murders y su banda son pura entropía, caos, un desorden con unidad, un discurso poético y fragmentado, afterpop, un viaje en autobús con la incertidumbre propia de los viajes interiores, los viajes que se alejan de la costa, de la luz, del parador nacional. La historia de David, en el fondo, como todo lo que se escribirá de aquí hasta que nos hayamos muerto todos, es una historia de amor, una historia de amor onanista pero orgiástica. Una historia para amar el pecado y la brujería que nos ayuda a crecer “hasta sus últimas consecuencias”. El opus de los Representantes del Mal es un artilugio completo, redondo y complejo, un laberinto de bofetadas en la cara, de riffs de guitarra que te obligan a abrir los ojos, a descubrir que lo que sientes es lo que entiendes, que los mecanismos, los abismos, las anestesias que hemos deglutido a ciegas nos acercan tanto a la razón que hemos olvidado de qué va el juego.
* Resumen del texto de la presentación en Bilbao del libro de David Murders & The Representatives of Evil (aka David Mardaras) TERRORIZER (Editorial Eclipsados, 2009).
