Obviando ese rollo de la lista de lo mejor del pasado ejercicio, y por la sencilla razón de que sería un homenaje a lo peor de nuestro cine, que es igual a decir "casi todo", vuelvo por estos fueros para glosar otra de las tropelías a las que La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas Españolas nos tiene acostumbrados. Un sufrimiento innecesario conocido como Premios Goya -que no "Goyas"- y que, lejos de cumplir la función que debería, la de servir de escaparate de esa industria cinematográfica española de cuya existencia muchos dudamos seriamente, no va más allá de ser un espectáculo en el que el bochorno y la proppaganda panfletista se aúnan en un mismo sonrojo. Protagonizado siempre por los mismos, ese lobby de amigos del canon que, en connivencia con el actual gobierno, se dedica a atracarnos en lo que no es otra cosa que un ataque preventivo contra la piratería potencial. Y que nadie se equivoque: éste es su espectáculo, y como tal, es el que merecen: casi siempre algo pobre, triste, para mirar hacia otro lado o, en nuestros casos, cambiar de canal, o ni siquiera elegir el que alberga el engañabobos de turno. Las nominaciones no suelen ir más allá. Lo contrario podría catalogarse casi de fenómeno paranormal. ¿Qué es Pilar Bardem, más que un producto preñado de sobrenaturalidad? ¿Qué, si no, José Corbacho, que repitió, para desgracia de todos, como presentador de la gala? Pero paranormales en nuestro cine hay muchos, como las candidaturas a las que, a entender de la academia, son los mejores trabajos del año, mientras que películas como Bosque de Sombras o Concursante son totalmente ignoradas por los académicos.
Empecemos diciendo que El Orfanato y Las Trece Rosas empataban en número de candidaturas, nada menos que 14. Les seguía con mayor número de nominaciones Siete Mesas de Billar Francés. 9 según la mayoría de los medios, pero en la práctica son 10 al tener a dos de sus actrices nominadas al mejor premio a la mejor actriz. Y al final fue La Soledad, de Jaime Rosales, la película que se apoderó, contra pronóstico, de los premios a la mejor película y al mejor director. Por lo demás, el resto de galardones estuvo tan repartido como de costumbre.
Sobre Las Trece Rosas sólo puedo decir que era una de mis favoritas. En un momento en que la memoria histórica está más de moda que nunca, esta película no podía faltar en la terna finalista, y lo ha hizo acaparando algunas de las candidaturas de mayor peso, como mejor película, dirección, o mejor interpretación femenina. Lo único que me extrañó de la película fue comprobar que no cuenta en su banda sonora con una canción interpretada por Ana Belén. Finalmente se llevó cuatro premios: Mejor banda sonora -bien por Roque Baños-, Fotografía, Diseño de vestuario y mejor interpretación masculina de reparto. Menos es nada.
Entre Belén Rueda y Maribel Verdú, mis favoritas para el premio, me decantaba por la segunda. Era el año de Belén, su segunda nominación, y llevarse el cabezón hubiese sido la guinda del pastel a su éxito personal como actriz, pero la competencia de Maribel Verdú -increíble en La Zona, por cierto-, en Siete Mesas... también era una realidad. Y se lo llevó, entre otras cosas porque con total seguridad tiene muchos más amigos en la infraindustria.
Siete Mesas de Billar Francés es una de las películas dignas del año, o al menos de lo último que hemos podido ver en cines. Gracia Querejeta tiene un talento sobrevalorado y tablas sobradamente adquiridas y mostradas. Aunque sus películas aburren a las vacas, a nadie le extrañó ver su nombre en la lista de nominados a la mejor dirección. Además el premio a la mejor interpretación femenina, también se hizo con el de mejor interpretación femenina de reparto.
Idéntico caso el de Icíar Bollaín, que no falta entre las nominadas a la mejor dirección. Su película, Mataharis es uno de esos títulos que se ven y se olvidan, pero que sobre todo nada, absolutamente nada, aportan al espectador. Su cine de mujeres le sirvió una vez más para ganarse esta nominación. Y pensando en ésta y la de Gracia Querejeta, es inevitable pensar que esto del cine español lo hacen siempre los mismos...