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Trois couleurs vert
Soy la que está descalza, soy la ausente, la que ha dejado este rastro de alma pipermint sobre la barra. La de las plantas sin carne, sin camino y sin pisada.
Estuve, fui vista, bailé, practiqué algunos guiños y voces del amor.
Dejé patadas verdes como ofrenda para quienes no se atrevieron a seguirme.
En la distancia observo con alivio los sutiles reflejos de la despedida.
Trois couleurs rouge
Amour, mon amour, el peso rojo en la garganta me revienta.
Sólo, a tragos, el humo vencido desaparece bajo tu puerta/vida.
Amour, mon amour tan dañado por lo que no debí aspirar, tan ahuecado, viejo, saciado de humo, hecho humo, bajo el peso redondo y rouge.
Las aspas del molino satánico golpean mi ensoñación ingenua.
El peso rojo -una cardiopatía- me hunde.
Je t´aime desmantelado en tu recuerdo.
Entrelazados
Tendría que ser fácil encontrarla.
Localizar a mi otra mano.
No perderla de vista.
Asirla.
Tocarlo todo juntas.
Aplaudirme.
Sin que se cuele en medio la oscuridad de los enigmas,
el titubeo en lo desconocido.
De esta manera situarme en el mundo,
en la pequeña bola azul,
extendiendo los dedos
abarcándolo todo.
Pues casi nunca la encuentro al otro lado.
Tiento el vacío con vértigo en las uñas,
sangrando como el que escarba,
bailando una rara danza de búsqueda y escorzo.
Sólo consigo volutas solitarias.
Mi otra mano está no disponible.
Me sigo columpiando en sus ausencias.
Desenlazada.
Retorcida.
Intrépida.
Buscona.
La flame du desir
Me erijo tú lo haces en esta forma de ave que flota sobre tu plano crezco tras ser rozada y dilatada como una inflamación de carne siempre abierta viva maleable sin resistencia con esa poderosa condición de los metales encendidos absorbo a ratos negro alrededor del cuerpo y del cerebro largo que se difunde lenta rápida fugazmente sin estadios sin violencia me arrasan la luz y el fondo en el que se sumergen mis cúlmenes tan tibios y directos y me revuelcan en gritos triples me amplían en amaneceres en ocasos sobre mi carne mis partes redondas mis aristas proporcionan la magia tocan rincones de los que brota luz en puntos que eclosionan se abren brillan proliferan trozos de mí salvajes poderosos trozos de mí sobre las herramientas precisas para dar de comer a este deseo generoso egoísta y firme que arrolla tu mañana hasta el final de toda nuestra historia y me hace grande sola blanca negra extraña preciosa atávica prístina.