De algunos y algunas se había supuesto - ¿por qué? – un cierto espíritu crítico y una correspondiente actitud activa, más o menos combativa. Pero, de pronto, cuando el poder - de cualquier empresa, institución o club - toca a arrebato y marca nuevas directrices sin otra argumentación que la de ser emanaciones del poder mismo – ese poder que miente a sabiendas y es sabido que miente, pero que encuentra precisamente en la imposición impune de la mentira la fuente de su poder - , esos tales algunos y algunas se pliegan sobre sí mismos y, como si sus cerebros fueran miniaturizados por hábiles y rápidos reductores de cabezas, no sólo aceptan sumisamente las órdenes recibidas sino que se adelantan a las siguientes en actos sucesivos de humillación y hasta de desvergüenza.
Y, si son preguntados, tan sólo responden con el viejo “esto es lo que hay”, sonriendo con una cierta tristeza.
A la frase “esto es lo que hay” parece siempre precederle o continuarle una aparente verdad que, las más de las veces, se manifiesta al cabo como una gran mentira interesada.
En efecto, sea en el contexto de una relación amorosa o de amistad – “ No me convence del todo , pero es la( el) mujer( hombre) que tengo más a mano”- , sea en el de un trabajo – “ El presupuesto está cerrado” –, lo que emerge antes o después de dicha apostilla es una afirmación supuestamente verídica, apodíctica y pragmática.
Pero, sin embargo, a poco que se analice precisamente dicho contexto, suele quedar en evidencia que tal afirmación no es sino la asunción de un romo realismo en el que el deseo de cómo pueden o deben ser las cosas se subsume en la imposición de un cómo son necesariamente.
Y aquí radica la falacia. Porque las cosas de los humanos – los amores, los trabajos y los días - no tienen que ser necesariamente de una única manera ya que están impregnadas de poder y de deseo, y, cuando aparecen de esa única manera, no son sino la manifestación del poder y del deseo de alguien ajeno ( o enajenado).
Y lo más triste de todo es que ese deseo y poder ajenos(o enajenados) se acepten como propios sin mayor reflexión ni inflexión, como, probablemente se aceptarán sin rechistar nuevas verdades que antes o después de un nuevo “ Esto es lo que hay “ surgirán de ese deseo y poder ajenos( o enajenados).
A la frase “esto es lo que hay” parece siempre precederle o continuarle una aparente verdad que, las más de las veces, se manifiesta al cabo como una gran mentira interesada (...)