En Occidente la miseria ha subido desde los bolsillos
hasta las cabezas.
Si quieres comprobarlo,
habla de un salario igual para todos los trabajadores,
habla de una ética de la autocontención,
habla de una política de autogestión asamblearia,
habla de solidaridad internacional,
habla de rebelión horizontal colectivista.
Cuando la miseria está en las cabezas
la vida se vuelve una tragicomedia
donde todos los pobres pueden vigilar y ser vigilados.
-Lo pone hasta en la bandera de Brasil,
orden y disciplina,
para nuestras cuatro baratijas-
Cuando la miseria está en las cabezas
no hay el menor interés por saber
qué está pasando
qué estamos haciendo
o qué será
lo próximo que nos van a pedir que hagamos.
Cuando la miseria está en las cabezas
no hay nada que decir con los estómagos.