En las estadísticas que habitualmente se publican sobre los libros más vendidos hay una clasificación elemental que distingue entre Ficción y No-Ficción. Lo que, al parecer, se pretende con dicha clasificación es indicar al posible comprador si lo que va a leer es un producto de la imaginación (ficción) o tiene que ver con algo que forma parte de lo real (no-ficción). Resulta muy curioso que se parta del supuesto de la ventaja de lo imaginativo (ficción) y que lo vinculado a lo real sea algo así como su negación (no-ficción). Y tanto más cuanto que algunas de las obras clasificadas en el apartado de ficción llevan una banda que indica que están basadas “en hechos reales”, lo cual es una perogrullada publicitaria pues, ¿puede haber algo que se escriba que no esté basado en hechos reales?: María Estela Vázquez comenta (“Borges: esplendor y derrota”. Ed. Tusquets, Barcelona, 1996) que muchos de los relatos del autor supuestamente más fantasioso del siglo XX están inspirados, ¡cómo no!, en hechos reales de su propia vida, deformados hasta su total enmascaramiento. En cualquier caso, en el apartado de ficción la preeminencia de la novela es casi absoluta. Probablemente se trata de una preeminencia impulsada por motivos comerciales ( Barthes, “La preparación de la novela”, Ed. Siglo XXI, 2005), pero lo cierto es que acapara la atención mayor del público y de la crítica en sus modalidades de novela realista, vanguardista, o incluso histórica, como se ha puesto de moda recientemente.
La novela, sin embargo, comparte su lugar en el ámbito de la ficción con otras formas literarias de tono menor que tan sólo en algunas ocasiones pueden llegar a hacerle la competencia. Las principales formas menores son el relato y la autobiografía. El relato está vinculado, en principio, a un texto corto, y así se suele presentar editorialmente agrupado junto con otros tantos en un solo volumen. Sin embargo, el relato es de hecho otra forma diferente de la narración independientemente de su extensión. Muestra de ello es, por ejemplo, la narrativa tradicional china o japonesa, pero también la obra de un autor europeo como Peter Handke. En el primer caso nos encontraremos ante obras de una extensión inusitada que no guardan las convenciones de la novela – producto occidental donde los haya- y en el segundo veremos un intento de sobrepasar la novela sin llegar a la anti-novela de James Joyce ( Ulysses) o Robert Musil ( El hombre sin atributos).
En cuanto a la autobiografía, se podría decir que abarca toda una serie de manifestaciones que tienen como punto de referencia al autor. Por ello se denomina literatura autodiegética a las obras que se incluyen en ella, a diferencia de las anteriormente citadas, que pertenecerían a lo heterodiegético. Incluye esta denominación los diarios íntimos, los dietarios, las memorias y las autobiografías, dejando las biografías más del lado de la no-ficción que de la ficción. Como se puede ver, se trata de un género o subgénero un tanto mixto ya que circula entre la ficción y la no-ficción si nos atenemos a la clasificación mencionada al principio. Algunos críticos y estudiosos, como Philippe Lejeune ( “El pacto autobiográfico y otros estudios”. Ed. Megazul, Málaga, 1994), se han esforzado en sostener un criterio no ficticio de lo autobiográfico aludiendo a un a modo de “ pacto” que garantizaría la “ verdad” de lo autodiegético, pero quizá se trata más de un deseo que de una realidad, a la vista de las dietarios y memorias tan ficticios- comprobablemente ficticios - que se puede llegar a leer. En cualquier caso, el predominio de la ficción sobre la supuesta no-ficción y de la novela sobre las otras formas de ficción hacen de esta última, la novela, el género supremo en el que, al parecer, deben probarse todos aquellos y aquellas que desean considerarse escritores y que deben cumplimentar necesariamente quienes leen para obtener un reconocimiento como lectores.
La novela, sin embargo, comparte su lugar en el ámbito de la ficción con otras formas literarias de tono menor que tan sólo en algunas ocasiones pueden llegar a hacerle la competencia. Las principales formas menores son el relato y la autobiografía (...)