Luke nº93 Febrero 2008

La mirada iracunda

La mirada iracunda
Del 25 de enero al 4 de mayo
Centro Cultural Montehermoso (Vitoria_Gasteiz)

Comisariado por Xabier Arakistain (Director del Centro Cultural Montehermoso Kulturunea) y Maura Reilly (curator del Elizabeth A. Sackler Center for Feminist Art del Brooklyn Museum)

Artistas: Lida Abdul, Pilar Albarracín, Alice Anderson, Txaro Arrazola, Andrea Bowers, Kathe Burkhart, Loulou Cherinet, Dorothy Cross, Lara Favaretto, Coco Fusco, Chitra Ganesh, Caron Geary, Cristina Lucas, Tracey Moffatt, Yurie Nagashima, Itziar Okariz, Mireia Sallarès, Charlotte Schleiffert, A.L. Steiner y Sophie Whettnall.

La exposición La Mirada Iracunda propone pensar el feminismo como una fuente de conocimiento crucial para comprender el mundo en el que vivimos, y como un marco imprescindible para profundizar en las obras visuales que abordan las situaciones de desigualdad que viven las mujeres, y en concreto las artistas, en estos inicios del siglo XXI.

Se trata de una exposición colectiva internacional que reúne obras en las que 20 artistas que proceden de diversos contextos culturales, dialogan sobre la falacia de la igualdad entre los sexos y sobre la ira que no tiene posibilidad de manifestarse. Esta exposición entronca con los diferentes eventos artísticos que, a ambos lados del Atlántico, se celebraron en 2007 en torno a las relaciones entre arte y feminismo con el fin de incorporar la vanguardia feminista a la historia del arte, y de impulsar los objetivos pendientes de la agenda política feminista. Entre esos objetivos se encuentra, aunque cueste creerlo en estos inicios del siglo XXI, el de lograr una igualdad real entre ambos sexos.

El título de la exposición alude a una cuestión planteada en 1996 por la filosofa Amelia Valcárcel en La Política de las mujeres. Para ella, la mirada iracunda era la reacción que tenían las mujeres que, llegadas a los treinta años y habiendo interiorizado “el espejismo de la igualdad”, vivían en carne propia la desagradable experiencia de descubrir que la igualdad de la que creían disfrutar se hacía añicos al colisionar contra un inesperado “techo de cristal” que les impedía ascender profesionalmente. Un “techo de cristal” que también recubre el campo del arte y con el que se topan las artistas a lo largo de sus trayectorias profesionales.

En el pasado, la desigualdad social entre los sexos se interpretaba recurriendo a una hipotética “inferioridad natural” de las mujeres que las sucesivas olas del movimiento feminista, y en especial la de finales de los sesenta del siglo XX, invalidó teórica y políticamente. A partir de entonces, y a la par que las mujeres empiezan a incorporarse masivamente a campos de actividad que, como el del arte, les habían estado material y simbólicamente vetados, se configura lo que hoy denominamos el “espejismo de la igualdad”. Un espejismo que consiste en asumir que la desigualdad entre hombres y mujeres es un “asunto” del pasado, lo que contrasta con los numerosos datos disponibles que demuestran que dicha desigualdad persiste, aún hoy, en todos y cada uno de los campos de actividad. Por ejemplo, en el del arte, la persistencia del “espejismo de la igualdad” amenaza a la agenda feminista pendiente que le concierne específicamente, cuando ésta, a menudo se etiqueta como pasada de moda, equiparando los derechos humanos a cuestiones de “moda”.

Con el fin de promover la comprensión y la difusión del pensamiento y las prácticas artísticas feministas, la exposición irá acompañada de un congreso/curso en el que diversas teóricas, artistas y agentes culturales y políticos analizarán las cuestiones enunciadas.

Arte

Xabier Arakistain & Maura Reilly

YURIE NAGASHIMA

El título de la exposición alude a una cuestión planteada en 1996 por la filosofa Amelia Valcárcel en La Política de las mujeres. Para ella, la mirada iracunda era la reacción que tenían las mujeres que, llegadas a los treinta años y habiendo interiorizado “el espejismo de la igualdad”, vivían en carne propia la desagradable experiencia de descubrir que la igualdad de la que creían disfrutar se hacía añicos al colisionar contra un inesperado “techo de cristal” que les impedía ascender profesionalmente (...)