Luke nº93 Febrero 2008

Mirando hacia otra parte: Política cultural y mercado.

En un artículo publicado hace ya algún tiempo, Mario Vargas Llosa abogaba por no dar ninguna protección ni generar discriminación positiva alguna respecto de los bienes considerados como “ culturales”.

Así, en su opinión, libros, filmes y objetos artísticos debían concurrir sin protección en el mercado puesto que dicha concurrencia, a diferencia de la de otros bienes, no relevaba el consumo de unos por otros sino que lo multiplicaba: un whisky desplaza a otro whisky, pero un libro potencia la lectura de otro libro.

Tampoco, en este sentido, continuaba el insigne autor hispano-peruano , debía hacerse discriminación positiva de los bienes culturales de una comunidad étnica o nacional, pues , en el proceso de globalización en el que nos encontramos , tal iniciativa constituiría un intento por hacer predominar unos valores, una lengua o una tradición sobre otras, lo cual quebrantaría la libertad de los individuos.

No veía, por lo tanto, Mario Vargas Llosa, una solución a la “ excepción cultural” en la subvención sino en la educación: si los ciudadanos y ciudadanas estuvieran mejor educados – por la escuela , pero también por la familia – tendrían más posibilidades de elegir y un mejor criterio a la hora de su elección.

Ciertamente todos estos argumentos no dejaban de ser consistentes y tanto más la solución que proponía para dar salida al conflicto entre “cultura” y “ mercado”, pero también hay que admitir que huelen a un liberalismo un tanto inocente.

Pues, según Mario Vargas Llosa, el mercado de los bienes culturales vendría a ser un a modo de campo neutral en el que todos los productos competirían en igualdad de condiciones. Pero esto no es exactamente así porque el mercado cultural está cruzado por fuerzas monopolísticas y multinacionales que condicionan la oferta y, por lo tanto, la libertad de elección. Así, en efecto, un libro, aún un bestseller, puede potenciar la lectura de otro...pero probablemente lo será del siguiente bestseller que además se titulará como el primero pero añadiendo II, o Segunda Parte.

El mercado, pues, puede – y debería - ser corregido, aunque, por supuesto, no anulado. En eso consistiría la política razonable. Y para eso estaría la política razonable. La misma política que rescata de las leyes de otros “ mercados”, a las mujeres, a los incapacitados o a los inmigrantes por medio de discriminaciones positivas.

Opinión

Vicente Huici

metro de barcelona

Pues, según Mario Vargas Llosa, el mercado de los bienes culturales vendría a ser un a modo de campo neutral en el que todos los productos competirían en igualdad de condiciones. Pero esto no es exactamente así porque el mercado cultural está cruzado por fuerzas monopolísticas y multinacionales que condicionan la oferta y, por lo tanto, la libertad de elección.