Luke nº92 Enero 2008

Sobre dios en la época de su reproducción técnica (confesiones de un pornógrafo)
Paul G. Masby

Recuerdo aquellos años como una larga enfermedad. La realidad era el trabajo duro, noches de borrachera, mujeres siempre esquivas en el momento decisivo. Y ninguna idea, sólo el plan estrecho que ofrecían los manuales de la vida civilizada: una novia, una boda, una familia... Mientras tanto en mi firmamento brillaban constelaciones seductoras: mujeres en las vallas publicitarias, mujeres retorciendo sus cuerpos en la discoteca, compañeras de clase ensayando siempre una talla menor...

En verano las piscinas y las playas eran un suplicio. Se revelaba al fin el cuerpo de la diosa, casi desnudo. Se intuían las formas que traían la respuesta, pero era sólo a condición de que todo ello fuera ignorado. Era angustioso y absurdo. Así fue como tuve una idea. Escondí una pequeña cámara en mis bermudas. Con aquel dispositivo podía hacer fotografías de todo lo que había delante de mí. Me paseaba por las playas e hice miles de fotos. Yo mismo las revelaba. Contemplándolas después alcancé a vislumbrar una verdad extraña que hacía añicos los fundamentos de todo, algo inaudito y revolucionario: “la imagen de la diosa es la diosa”. La respuesta estaba allí. No había llegado aún a ninguna parte. Era sólo el comienzo de una búsqueda.

Prisioneros de la forma, anhelamos una que será la definitiva. Contemplando mis fotos, intuía un mundo al margen de la realidad que nos intentan imponer: una música bellísima, un atardecer entre montañas, un arroyo y un río poderoso encontraban su expresión acabada en la evidencia de la desnudez que expone su absoluto a la admiración de los ojos enamorados. Era un mundo nuevo que era necesario construir y era también una manera de responder a lo que iba a hacer en la vida.

La pornografía que existía en aquel momento me parecía muy deficiente. Yo estaba seguro de poder hacerlo mejor. No se trataba tanto de ganar dinero como de fundar una nueva religión. Sí, ¡por qué no!, de crear una hierofanía. Era palmariamente necesario que los detalles más ínfimos de la forma divina iluminaran el mundo; todo lo penosamente escondido debía ser expuesto a la luz para su examen riguroso. Con la tenacidad del profeta, trabajé muchos años. Todos conocéis bien esa parte de mi vida y nada voy a añadir sobre ella.

Se han dicho muchas cosas sobre mí, pero la realidad va más allá de un imperio económico, de luchas y persecuciones, de la triste invalidez que mortifica mis últimos años. La realidad es que yo he querido ser sólo el humilde fundador de una religión que redimiera a la humanidad en su conflicto entre Eros y Thánatos. Hoy que ciega se apresura hacia el exterminio, yo he querido brindarle mi buena nueva: el hombre ha alcanzado una frontera impensable, otro mundo ha nacido en el momento en que la forma divina puede ser reproducida técnicamente.

Los antiguos descubrieron el espíritu de la orgía, de la ceremonia en la que el cuerpo es compartido, en que el deseo recorre todos los caminos para arribar a una experiencia que disuelve la propia identidad, fiesta de la carne expuesta y agotada en la plenitud de su materia para que la liberación sea posible. La orgía es el ritual en el que el ser humano se emancipa de su servidumbre ante la belleza. La exhibición pornográfica de la forma divina hace hoy que el espíritu de la orgía haya roto los márgenes estrechos por los que circulaba, torbellino de otro mundo en el corazón del mundo.

El avance tecnológico de la humanidad ha dado lugar a acontecimientos extraordinarios. Éste es el momento en que existen armas que podrían producir cualquier día la desaparición de nuestra especie de la superficie de la Tierra. El círculo se cierra cuando comprendemos que éste es el momento también en que el hombre es capaz de multiplicar tecnológicamente la forma divina. Mientras el mundo impone la voluntad de poder, se afirma al mismo tiempo así la voluntad de placer, y los sentidos se afinan en el regreso infinito de la belleza redentora, alba de lo feliz innombrable. Y eternamente naufragamos en la realidad de la tierra y el mar descifrados, salvaje viento y flor en el cuerpo de la diosa. Eros vencerá a Thánatos.

Prisioneros de un esquema periclitado seguís adorando viejos dioses que no alimentan ninguna esperanza. Yo os muestro un nuevo mundo que ha nacido ya y cuyas leyes están por construir. Mis revistas y mis películas son la prueba.

Opinión

Jesús Aller

Sirena

La orgía es el ritual en el que el ser humano se emancipa de su servidumbre ante la belleza. La exhibición pornográfica de la forma divina hace hoy que el espíritu de la orgía haya roto los márgenes estrechos por los que circulaba, torbellino de otro mundo en el corazón del mundo. (...)