Luke

Luke nº 101 - Diciembre 2008
ISSN: 1578-8644
Ricardo Triviño Sánchez

COMIC: Paint it Black?

El negro es un color de significado muy negativo en Occidente. Se relaciona con la muerte, con el demonio, con las tinieblas, con lo desconocido. Se opone al blanco, lo divino, la luz. Tanto es así que en la Edad Media, para paliar las reticencias de los europeos hacia África y sus habitantes debido al color, se representó a uno de los tres reyes magos como tal.

Siglos más tarde, y a pesar de las reticencias de muchos, el 4 de noviembre de 2008 ha firmado como el día en que Barak Obama se convertía en el primer presidente negro del país más poderoso del mundo. Nelson Mandela aplaude esta nueva victoria con sus cabellos canos de nonagenario. Y Hamilton triunfa in extremis en el campeonato de Fórmula 1 vestido de blanco. ¿Muchas victorias? Un oscuro panorama que combatir el que deja el presidente saliente, blanco, con una funesta crisis, memorias para aquel Jueves Negro de 1929 en que Herbert Hoover se quedó pálido. Y África negra –aún batida por las hambrunas, sequías, plagas, guerras, niños soldados, refugiados– se enfrenta a una Tercera Guerra Africana.

En 2007, Glénat traduce al español el cómic Mi madre era una mujer hermosa, de Karlien de Villiers, una Marjane Satrapi de Sudáfrica. Su dibujo, también naif, posee la misma capacidad para presentar, de la manera más imparcial posible, la Historia que la ha acompañado a lo largo de su vida. Tras el relato del divorcio de sus padres y la incomprensible conducta de éstos ante sus ojos de niña, corre el documental de esa partida de ajedrez segregacionista que fue el apartheid. En este mismo país donde la última ley racista fue abolida en 1991 y donde Nelson Mandela fue liberado después de casi treinta años, se firmó en 2002 el Acuerdo de Pretoria, un tratado para la pacificación de la República del Congo, dando por “finalizada” la Segunda Guerra Africana. Pero un par de semanas después de la victoria de Obama cristaliza la amenaza de reanudación. Los mismos enfrentamientos entre etnias con la misma pregunta de examen: ¿qué es una etnia? Por lo visto, el color no es definitorio.

Deogratias (Planeta De Agostini), obra del belga Jean-Philippe Stassen, retrata de manera atroz las consecuencias de las sangrientas revueltas de 1994 en Ruanda provocadas por el asesinato del presidente hutu Juvénal Habyarimana a manos de una guerrilla tutsi. El protagonista que da nombre al terrible relato es un superviviente de la tragedia, ahora convertido en un vagabundo que mendiga alcohol en busca de alivio y olvido para las terribles noches. Los colores impecablemente plasmados por la paleta de Stassen contrastan con la expresión de locura y horror de la mirada estragadora de su personaje. Pero ¿es todo tan horrible? Por suerte, existe Aya de Yopougon (Norma). Escrita por la marfileña Marguerite Abouet y dibujado por el parisino Clément Oubrerie, esta historieta trata de manera fresca y divertida las vivencias del barrio de Yopougon en la capital de Abidjan. Un dibujo expresivo y divertido acompaña perfectamente un relato tan ameno como culturalmente interesante que nos enseña que África no es tan distinta de Europa, que no es “otro mundo” y menos de “tercer grado”.

Existe una gran expectación por ver lo que hará un presidente negro con el mundo (con el de todos). Una fascinación, parece, que radica más en el color que en la posibilidad real de un Cambio en mayúscula. Pero el cambio está en el cerebro, no en la piel. Deberíamos confiar más en la masa gris de Obama que no en su melanina.

Mi madre era una mujer hermosa Deogratias Aya de Yopougon