Este verano, Amnistía Internacional decidió recaudar fondos para intentar paliar la tragedia de Darfur, el territorio de Sudán asolado por el hambre, la guerra y la corrupción en el que han muerto más de 200.000 personas en cuatro años de conflicto. Ayudados por Yoko Ono, que cedió los derechos de grabación del repertorio en solitario de John Lennon, una larga lista de músicos famosos y menos famosos interpretan en el disco "Make some noise", temas conocidos y menos conocidos del exBeatle. Una vez más, se aliaba el nombre de Lennon a los conceptos de paz, no violencia, derechos humanos, solidaridad. Como genuina admiradora - con 14 años y apenada tras su asesinato, pedí permiso a la estupefacta profesora para colgar un mural en clase- y para apoyar la causa, añadí el reproductor de las canciones en mi página de MySpace: http://www.myspace.com/victoriasalvador.
Lennon mito, Lennon santo, Lennon redentor. Quizá no sea todavía más conocido que Jesucristo, como vaticinó él mismo en las apocalípticas declaraciones que provocaron la anti-Beatlemanía en los puritanos Estados Unidos de los 60, pero su memoria está en camino de arrebatarle el número uno al que puso nombre al cristianismo como salvador de esta humanidad tan poco humanizada. Otro que murió joven...
Paul McCartney escribió "When I'm 64" (Cuando cumpla 64) y ya pasó esa edad. John estaba escribiendo "Life begins at 40" (La vida empieza a los 40) cuando Mark Chapman -supuestamente- le clavó 5 balazos a las puertas de los apartamentos Dakota.
They say life begins at forty;
age is just a state of mind.
If all that's true,
you know, that I've been dead for thirty-nine.
(Dicen que la vida empieza a los 40;
la edad es sólo un estado mental.
Si todo eso es verdad,
¿sabes?, he estado muerto durante 39.)
El 8 de diciembre de 1980, con 40 años, fue el día en que John Winston Ono Lennon empezó su vida, sí, pero la "otra". La que haría de él el producto que nunca hubiera aceptado ser, identificado con "Imagine" - que no consideraba una de sus mejores obras- y la habitación blanca y vacía del film promocional, explotado y mitificado por su viuda. Una mujer, Yoko Ono, con una leyenda negra a sus espaldas, en cuyos brazos murió desangrado, en el taxi de camino al hospital, y que dio forma a la primera hagiografía en diversos actos: el evangelio según Yoko.
(La "otra" vida de Lennon no empezó con muy buen pie. Literalmente. Según fuentes poco fidedignas -la página web Findadeath.com- Lennon abominaba de la práctica de la incineración de cadáveres y hay testimonios que aseguran que la serena expresión facial de sus restos mortales mutó en una mueca desagradable al entrar en el horno crematorio. ¿Rigor mortis o pánico post-mortem? Sea como fuere, fue Ono quien decidió sobre la incineración y que ésta se produjera a la mayor brevedad, según ella para evitar que fans enloquecidos profanaran el cadáver.)
Pero Lennon dejó otra viuda, Cynthia, si bien sin papeles ni herencia millonaria, ya que se habían divorciado años ha y la mencionada se había casado otras tres veces después. Cynthia era la mujer que estuvo a su lado desde sus tiempos de estudiantes de bellas artes hasta que la adicción a las drogas, la fama y Yoko le apartaron de ella. Discreta, pasó muchos años dolida y callada e intentó quedar al margen de todo lo que tuviera que ver con su exmarido, excepto por la custodia compartida de su hijo en común, Julian. Por fin, el pasado año, se insufló el coraje suficiente para exponer en un libro la vida compartida con Lennon. En "John" (Robinbook, 2006), Cynthia abre al mundo la personalidad poliédrica del músico, muestra sus fortalezas y debilidades, y espera con ello que la humanidad le vea como uno más, y no sólo como el genio que revolucionó la historia de la música junto a la horma de su zapato, Paul McCartney. Cynthia consigue aportar datos que, efectivamente, humanizan la aureola de santidad que amenaza con planear sobre todo aquello que lleve el sello Lennon. Nos revela a un hombre inseguro, agresivo, a veces violento, encerrado en sí mismo, que utilizaba la mordacidad y la sátira como armas arrojadizas para enmascarar sus miedos -sorprendente el párrafo que cuenta el desprecio que mostraba Lennon ante las personas discapacitadas-, frío con su hijo mayor y cruel a la hora de confrontar a Cynthia con su adulterio con Yoko. Aún así, el evangelio según Cynthia insiste, a lo largo de sus páginas, en resaltar al John sensible y considerado que conoció y que seguía agazapado en su interior de mito del rock. Escrito en un estilo ligeramente infantil -al lector interesado en la figura de Lennon le importa un pimiento saber qué tipo de sándwiches le trajo al estudio de grabación, ni siquiera si existió o no el dichoso piscolabis-, Cynthia se destapa como una mujer naïf, siempre solícita, que apoyó incondicionalmente a su hombre sin pedir nada a cambio porque eso era lo que se esperaba de ella y nunca se le ocurrió discutirlo, a pesar de su formación académica y del acceso que tenía a la flor y nata de la cultura de los Swinging Sixties en Londres.
Dejando a un lado la estela de sus mujeres que, a pesar de todo y con objetivos no sólo sentimentales, siguen insuflando de beatitud su memoria, existe una corriente de polemistas, escritores virtuales y otras curiosas figuras, probablemente no exentos de argumentos y pruebas irrefutables, que persiguen perpetuar esa aureola por razones diversas. El mito Lennon, pues, sigue alimentado por la incesante producción de evangelios apócrifos, cuya base es, insistentemente, la conspiración orquestada por el gobierno de los Estados Unidos y llevada a cabo por el FBI y la CIA hasta culminar en su asesinato. La última hornada nos llegó de manos de un documental, "The US vs. John Lennon" (2006), de David Leaf y John Scheinfeld, en el que se nos presenta una serie de datos que no sorprenden -sus movimientos eran controlados, su teléfono pinchado, su permiso de residencia denegado- por conocidos o porque nada que haga la Administración de los USA entonces y ahora nos causa ya estupor. De cualquier forma, el estilo "corta y pega" del documental y la riada de imágenes de Lennon satisfarán no sólo al admirador sino también a quien desee saber más sobre esa época falsamente adornada de florecillas de la paz en el imaginario colectivo. Para aquellos a los que les vayan más las sensaciones fuertes, por Internet se pueden encontrar y encargar libros que, entre otras cosas, acusan al portero del edificio Dakota de ser el asesino real del músico y a Chapman de hombre de paja del FBI con el seso controlado, y a George Bush padre de haber dado la orden. Una curiosidad añadida: según estas teorías, el progenitor del actual presidente habría también instigado el magnicidio de Ronald Reagan...
En cualquier caso, el proceso de beatificación del genio de Liverpool no ha hecho más que empezar. En 2030, cuando por fin se abran los archivos del caso, el papa de turno tendrá trabajo.