Son los presidentes de la escalera, y por eso los vecinos y los niños les miran con respeto. Aunque ese respeto se lo hayan ganado por razones muy distintas a la de ostentar una digna posición de carácter inmobiliario. Reverenciados por la crítica musical de este país, Standstill ha logrado, bajo la consigna del "yo me lo guiso, yo me lo como", editar un disco tal y como ellos lo habían pensado. Y venderlo bien. Sin hacer concesiones creativas, sin tener que encajar golpes bajos del comercialismo visceral, sin discográfica ni distribuidora -anteriormente les publicaba BCore-, "Vivalaguerra" (2006) ha proporcionado a Standstill, después de más de una década de batallar en las turbias aguas del negocio musical con una apuesta sincera y contundente, primero en inglés y más tarde en castellano, y evolucionando del emocore a un rock más melodioso sin por ello perder la fuerza que les caracteriza, por fin el ansiado estatus de formación imprescindible. Tocaron el pasado mes de junio en el festival barcelonés Primavera Sound, a la misma hora que la histórica Patti Smith, compartiendo cartel en un mano a mano con Smashing Pumpkins, The White Stripes o Sonic Youth. En julio colgaron el letrero de "no hay entradas" para su espectáculo "1, 2, 3" en el festival Grec 2007, realizado en el anfiteatro de inspiración helénica construido para la Exposición Universal de 1929 de la Ciudad Condal y que da nombre al acontecimiento. Un concierto singular en el que el público, acomodado alrededor de los músicos, fue invitado a participar en un acto que supo emocionar y crear intimidad en un espacio con el cielo abierto como techo y pensado para poner marco a ancestrales pasiones humanas.
Pasiones que alimentan el motor detrás del éxito de Standstill: sangre, sudor y lágrimas no son aquí ningún tópico. De los sacrificios de los componentes del grupo y de sus familias, de apenas llegar a fin de mes, de horas y más horas robadas al sueño, a la vida privada, a la vida en general, "Vivalaguerra" emerge como un coloso. Pero Standstill es un caso inusual: dejaron su discográfica porque ya no tenían nada más que aprender y montaron la suya propia, Buena Suerte.
Desde otra perspectiva, aunque en la misma categoría de los autosuficientes, el joven cuarteto barcelonés de power pop Dunno ha conseguido, en sus cuatro años de vida como banda, editar su primer álbum, "Fiction or Reality" (2006), colocarlo en FNAC, agotarlo, tocar en Inglaterra -tierra soñada y patria de sus héroes-, ser incluidos en el cartel de un festival de verano y estar hasta las narices de que se les etiquete como los Franz Ferdinand de aquí, aunque canten en un inglés impecable. Dunno tuvieron que autoproducirse para llamar la atención de la prensa especializada y conseguir así acceso a las salas de conciertos de cierta categoría, que son escasas en esta ciudad deficitaria de locales trampolín para bandas desconocidas. Cuatro meses tardaron en grabar, mezclar, masterizar y fabricar ese disco de debut, que busca ahora su reedición a manos de alguna discográfica, mientras se va gestando el segundo álbum. Parece que ya han empezado a llamar a su puerta.
Otra opción viable para sortear los obstáculos de la carrera hacia la fama -o lo que surja- es hacer valer el refrán: la unión hace la fuerza. En Bogotá, Colombia, radica La Distritofónica, un colectivo musical que aglutina los siguientes artistas: Asdrúbal, Primero mi tía, Ricardo Gallo, Gaitas y Tambores de San Jacinto, Tumbacatre, Meridian Brothers, La Rueda, La Comparsa de los músicos, La Revuelta, Cielomama, Sexteto La Constelación de Colombia, Tamal, Maquino Landero, Marimbo y Cataliza. Desde su creación en 2004 han editado 7 álbumes de algunos de ellos, gracias al esfuerzo común, en clave de mezcla de música tradicional colombiana con free jazz. En palabras de uno de sus miembros, Javier Morales, "Distritofónica funciona un poco por inercia, cada cual hace lo que quiere y con quien quiere, pero teniendo siempre en cuenta al personal "distritofónico", un personal disponible y que continuamente se está capacitando para ofrecer más servicios y así bajar los costos". Por lo visto los milagros siguen existiendo, a pesar de los agnósticos.
Al otro lado del Atlántico, pues, por lo que se ve, la situación no es muy diferente, y aún menos desde la irrupción en nuestras vidas de MySpace, YouTube y sus consecuencias, de todos conocidas. Las cacareadas "success stories" de verdaderos talentos como Mika, Lily Allen y Arctic Monkeys han abierto la caja de Pandora.
Con este panorama actual globalizado y su escaparate 24h que permite a cualquiera promocionar su trabajo -que se lo pregunten a Dunno, que se tiran horas enviando carteles desde su página de MySpace-, con descargas a un solo clic y piratería digital a través de Kazaa o Emule, ¿qué hacen las discográficas?
Desde el ala Norte del continente americano, unos bravos mexicanos que se hacen llamar Lobo Promotion han plantado pica en Los Angeles para echar una mano a artistas de su tierra. Cuentan con nombres como Danny El Zacatecano, Sin Bandera, Emanuel, La India Edelmira, Alejandro Fernández, Thalia o Los Pasteles Verdes, por citar algunos. La "disquera", de la mano de su presidente Víctor González, pide a sus potenciales clientes ganas de triunfar, presencia en el escenario, que no plagien, que tengan los pies bien plantados en el suelo, disponibilidad para viajar, y paciencia, mucha paciencia, porque "esta carrera es una de las más difíciles". Que las discográficas racionen tanto su apoyo financiero y logístico a proyectos musicales arriesgados lo achaca González en gran parte a los directores de programación de las emisoras de radio. Es trabajo de las discográficas promover a nuevas promesas, admite, pero es necesario el apoyo de las ondas. Pero éstas no se atreven y emiten la misma música, una y otra vez. Ahí radica asimismo el auge de MySpace, que González considera muy positivo y del que responsabiliza a las propias compañías, -puesto que no se promociona a artistas que no garanticen ventas por encima de 30.000 CD-, que indujeron este tipo de promoción por no estar en su mano proporcionar a los artistas las vías habituales.
Sin embargo, ni los artistas consagrados confían ya en estas vías ni en las discográficas. Prince ofreció este verano su último disco, "Planet Earth" (2007), gratuitamente en el Reino Unido a través del periódico The Mail on Sunday, y Radiohead, banda imprescindible que ha marcado la evolución de la música desde su primer single en 1992 y que llevaba desde 2003 sin grabar, ofrecerá a partir del 10 de octubre, ya sin contrato ni compañía, su nuevo y autoproducido álbum, "In Rainbows", sólo por Internet. ¿El precio? La voluntad.