Esa chica adoptada por una familia acomodada de los suburbios de Nueva York que se creía la hija de Marilyn, esa rubia de bote que se teñía mal adrede y que se paseaba provocativamente para que los chicos se la subieran al convertible y probar así el lado salvaje del amor, esa conejita de Playboy que en el fondo sólo quería una vida de maruja al lado de su hombre, esa rock chick suprema que traicionó al punk con el disco, esa listilla adelantada a su tiempo que puso el primer rap de un blanco en vinilo... ésa es Deborah Harry. Blondie. Y que no se engañe nadie. A pesar de la chapa de 1979 "Blondie is a group" y del enfoque del documental de la BBC "Blondie: One way or Another" (2006), -estrenado en España por el InEdit Beefeater 5º Festival Internacional de Cine Documental Musical de Barcelona, celebrado el pasado mes de octubre-, en el que se cede la palabra a todos los miembros de la banda (los que se quedaron, los que se fueron, los que se querellaron, los nuevos), sólo hay un elemento constante, rotundamente esencial para su trayectoria e indiscutiblemente imprescindible: ella. Y Chris Stein, claro, pero ése era su chico. Sin Deborah Harry, Blondie no hubiera sido. Hasta el nombre hacía referencia al piropo que le echaban a la peliteñida los camioneros. Sin una voz privilegiada, su belleza, carisma y sex appeal valían por ello y para cubrir las carencias de los otros cuatro. Además, según el film, su contrato con la británica Chrysalis se firmó tras cerrar su discográfica americana y salir Debbie en el póster central de una revista musical como chica del mes...
Blondie sonaban pésimamente en sus días del CBGB, y si les dejaban subir al escenario era porque todos estaban alucinados con Debbie. Ellos, por razones obvias. Ellas, porque anhelaban parecérsele. Nadie les escuchaba, les llamaban "joke band" (una broma de grupo) pero la primera fila babeaba con los contorneos de la vocalista. Tanto, que la inigualable Patti Smith, maravillosa ella en su androginia pero celosa como cualquier hembra ante la competencia desleal, colocó al dueño del antro en el dilema de la elección. O ella o yo. Y allá con sus bártulos se fueron Debbie y secuaces a destrozar tímpanos ajenos. Curiosamente, ambas comparten biógrafo, Victor Bockris, siendo su vinculación más o menos intensa a The Factory de Andy Warhol lo que une a los tres. Y aunque Bockris ha manifestado literalmente que "la influencia de Patti Smith en las mujeres es impresionante. Nunca he conocido a una mujer que dijera que había sido influenciada por Debbie Harry" (del artículo "Who is Harry Smith?", VPRO's Laat op de avond, Holanda, 1998), los hechos demuestran lo contrario. Que se lo pregunten a Madonna.
Tras un par de elepés y varios singles de éxito -alguno de ellos firmado por otros, como "Denis"- se toparon en 1978 con el productor británico Mike Chapman. Un encuentro que sería decisivo, para bien y para mal. En el documental Chapman se atreve a reproducir una fracción de la maqueta de "Once I had a love" (se puede escuchar al completo en: http://www.box.net/shared/y21nffq7jv), que se convertiría en el éxito mundial "Heart of Glass" tras pasar por su cedazo. Y digo que se atreve porque su rostro se tuerce en una mueca de horror durante el inicio del tema, en que la melodía conocida por todos se halla en paradero desconocido gracias a los envites del desafinamiento total. El mago Chapman consiguió que Blondie sonaran bien -ellos mismos admiten lo complicado que fue tener que grabar los instrumentos uno a uno y nota a nota y procurando que Clem Burke, el batería, entrase cuando le tocaba- aunque también es mérito suyo que, gracias al sonido inconfundiblemente disco del tema y el bombazo que supuso en ventas y en las listas de éxitos, Blondie fueran definitivamente desterrados del ambiente alternativo en el que habían visto la luz y denostados por ex compañeros de fatigas como The Ramones.
Una vez en la cima la identificación de Blondie con Harry se hizo aún más patente. El film muestra las escenas de enloquecidos fans que sólo aullaban cuando Deborah asomaba su bonita nariz desde las ventanas de la emisora de radio londinense en la que presentaban su disco de turno. Haciendo uso del más vale tarde que nunca, ella misma reconoce en el libro de la gira "No Exit" de 1999, "Esta mañana, al despertarme, me di cuenta de algo sobre mí misma. Siempre fui Blondie. La gente siempre me llamó Blondie, desde que era una niña" (No Exit Tour Book, New York: Blondie Music, Inc., 1999). El día que se canse del nombrecito -del color se cansó ya, y pasó a ir de pelirroja en 2005- siempre puede optar por el que le puso el incombustible Iggy Pop cuando Blondie le acompañaron como teloneros en su gira de 1977, junto a David Bowie y varias clases de estupefacientes a granel, y que corona este artículo: la Harry, superheroína acelerada.