LUKE nº 90

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Literatura

Muertes de andar por casa, Fernando Sánchez Calvo.

Ana Gorría

"Muertes de andar por casa"
Fernando Sánchez Calvo.
Prólogo:Yolanda Morató.
Ilustraciones: Ana Santos Payán.
El Gaviero, Almería, 144 pp.

Muertos de andar por casa

Muertes de andar por casa de Fernando Sánchez Calvo (Madrid, 1981) recorre, a través de las dieciocho narraciones que articulan este libro de relatos, diferentes situaciones hiladas a través del motivo temático de la muerte.

Tal y como advierte el propio autor, en el capítulo de agradecimientos, cuatro son las constantes que dirigen su escritura y este libro de narraciones: el humor, la distancia, nuestras miserias y la gente a la que le gusta hablar son cuatro virtudes que me agradan y a partir de las cuales intento escribir. El gesto de la escritura, de la narración irrumpe así con la fuerza, en la mayoría de las ocasiones, de una primera persona que, casi al modo de un monólogo dramático, entra en interacción con unas circunstancias, casi siempre, adversas que la propia voz tiende a neutralizar a través de la distancia y el humor: (a los veintinueve años dejó morir a su madre en el pasillo mientras él, sentado en el sofá, indagaba en la tapa de un yogur a ver cuántos puntos eran necesarios para conseguir un SIEMENS A50 de penúltima generación).

La posibilidad de poner el propio juicio en suspenso, tal y como aconsejaba Coleridge, es la base para que, pese a la lejana probabilidad de la temática de estos textos - niños que nacen viejos, arbitristas del lenguaje, adictos a las ceremonias de entierros - ninguna de estas narraciones pueda resultar inverosímil. De este modo, la distancia que preconiza el autor liga sus narraciones a la manera de enfrentar y confrontar la realidad de autores como Tom Stoppard, Jean Genet o Slawomir Mrozek.

El lenguaje, la comunicación, es el motivo temático alrededor de la que se estructura todo el conjunto de la obra. Si no su imposibilidad, sí la dificultad de esta misma. Desde la afasia alrededor de la que se organiza todo el relato de El resentido, hijo excluido de la vida en comunidad de la familia- a través de la ausencia de la palabra- hasta el ajuste de cuentas verbal y vital del relato Ninguno de los dos tenía la culpa.

Fruto de esa preocupación por el lenguaje, y es significativo que un narrador como Fernando Sánchez Calvo, elija como elementos paratextuales el mentorazgo de poetas como Pessoa, Valente o Pedro Casariego, aparece el juego tipográfico como uno de los elementos más característicos de este libro de relatos: la paulatina desaparición del signo en El resentido o el juego de la escalera de palabras en ¿Quién fue el hijo de puta que le robó la bici a Antonio? Así, como afirma Yolanda Morató en la excelente introducción a esta obra, la escritura de Fernando Sánchez Calvo viene dirigida por el carácter lúdico e ingenioso de la vanguardia, el juego incesante con las palabras y los guiños a otros vanguardistas.

Pero no sólo es vanguardia la tradición a la que acude Fernando Sánchez Calvo en sus narraciones: desde el cine neorrealista a la gran novela rusa, el autor es capaz de aludir a múltiples tradiciones para hacerlas propias sin renunciar a nuestro presente más inmediato: intervenciones propias de la interacción cibernética como las mayúsculas del chat en el relato El tercer hombre, tal y como subraya Yolanda Morató o los espacios del no lugar (según la acepción de Marc Augé) como ese Villaverde Bajo al que se refiere el protagonista de Última coartada para cercanías.

Pero esas muertes no son las mías. Con Muertes de andar por casa, Fernando Sánchez Calvo demuestra que la literatura vuelve a ser el resultado de ese espacio intersticial que liga la cultura y la vida.