Pinchar encima para ampliar la imágen
Después de rubricar con tu nombre tantas veces el pie de documentos, de defender tus actos, de excusarlos con razón o sin ella, malicias asombrado un día que en realidad hay muchas personas conviviendo dentro de ti, una compacta muchedumbre cuyas voces poco a poco has aprendido a reconocer.
¿Quién eres tú en ese teatro de sombras? Habla uno, y después habla otro. Sucesivamente pretendes ser cada uno de ellos, el sabio y el imbécil, el santo y el canalla. Ellos se arrebatan la palabra, y tu libertad es sólo ese agitado argumentar unos contra otros. Eres todos, y eres con ello también en momentos distintos el mayor enemigo de cada uno.
Con razón alguien dijo: "un campo de batalla es el hombre".