La colaboración con Florentino Flórez y Joan Roig en el campo del cómic es un activo cuidadosamente cultivado por el Solleric y hace presagiar muchos más éxitos. Con A flor de pell, se añade una valiosa perla al hermoso collar que desde hace unos años van enhebrando a base de lo mejor del tebeo español e internacional. Es el turno de Ana Miralles (Madrid, 1959), una excelente dibujante valenciana de impecable factura y un éxito fundado en la conquista del mercado francobelga.
No disponemos de espacio para ponderar la participación de Miralles en diversas revistas desde los años ochenta: Madriz, Cairo, Heavy Metal, Marie Claire o Vogue entre muchas otras, así como en la ilustración de libros. Nos ocuparemos brevemente de sus álbumes publicados, desde El brillo de una mirada (1990), con guión de Emilio Ruiz, una incursión clara en el erotismo y una apuesta definitiva -tras algunas vacilaciones estilísticas- por el realismo que la va a caracterizar en adelante. Con las tres entregas de Eva Medusa (1991-1994, con Antonio Segura) comienza su colaboración con Editions Glénat y se establece con autoridad en el terreno de las dibujantes de mujeres de carácter: la lolita, la femme fatale, la chica guerrera... El trazo de Miralles poco a poco se enreda en líneas sinuosas y fluidas que hacen que sus dibujos cuadren tan bien con ambientes orientales y africanos.
Vuelve a trabajar con Emilio Ruiz en los tres volúmenes de su magnífica adaptación de la novela de Juan Eslava Galán, En busca del unicornio (1997-1999), donde a las virtudes ya demostradas se une una documentación minuciosísima (histórica, geográfica, zoológica), un sentido del detalle admirable y una influencia notable del Hal Foster de El Príncipe Valiente. "Ahí aprendí a dibujar", afirma la autora. De su actual serie, Djinn (2001), escrita por Jean Dufaux y publicada originalmente en el gigante del cómic Dargaud, ha lanzado ya seis álbumes con enorme éxito internacional: ambientes orientales, con rasgos que son herencia de Fortuny o de Delacroix, un manejo desacomplejado del color, el juego temporal, la eficacia narrativa, un intenso pero refinado erotismo hacen de esta obra, sin duda, una de las mejores manifestaciones del cómic español contemporáneo.