Re vuelta
No te apures por mí,
que ni desértica me resquebrajo,
tengo raíces largas y sagaces
que van a dar al centro
de la bola del mundo
y me permiten recorrer
un amplísimo ángulo,
si quiero.
Me quedo,
sí, me quedo,
estoy llena de sueños
así que no me amputes.
No voy a dar más vueltas
a estas fotografías
de nosotros buscándonos
en los pasos de cebra,
de nosotros guardándonos
entre todas las llaves,
de nosotros no siendo.
Yo quiero amanecer
y en el fondo sospecho
que será insuficiente.
Palabras como acto inevitable
En el gesto diario del beber de las plantas
está cada palabra que escribo para ti,
para ti y para todos.
La punta de la lengua que se quema
mientras hago el café,
cuando me pillo un dedo con la puerta
y la uña morada golpea el azulejo
con la rabia del que se sabe indefinidamente postergado.
Más tarde ya no pasará el tiempo;
cuando nos levantemos por la noche
con sensación de miedo detrás de las orejas,
mintiendo que dormimos,
pensando en nuestras cosas de mayores.
Pero ahora se me llenan las líneas de palabras
que precisan un mínimo trazado,
una iluminación remota
para ser lo que son:
razones saturadas
que se vierten por los cuatro rincones.
Apenas soy capaz de saludarles,
con este olor a grava que siempre nos recorre,
con las ganas ilógicas de quedarnos sentados
enfrente de las penas de los otros
sin saberles llegar,
sin saber qué decir a sus vacíos
que son exactos a los nuestros,
las mismas muertes y los mismos desastres
pero pintados con otra gama de colores.
Todo es como un choque,
la vergüenza de los que nos creemos
que somos dueños de nuestros albedríos.
Demoramos las restas
para que no se queden las manos tan inútiles
delante de los hijos
que sabrán -al final- que no sabemos
cómo ha pasado esto
con lo hermosa que estaba la parcela
cuando nos trasladamos a vivir.
Me duermo como si me muriese
con un vértigo tal que me desmayo.
Caigo en la sombra repartidos los miembros
y cuento ovejas llenas de vacío
para vencer al miedo,
para evitar lo que arremete.
Me duermo pronto delante del televisor
atormentada por las desilusiones más pequeñas,
por haberme pasado sentada
la mitad de este día
que me mira de modo imperdonable
como si le debiera algo.
Advertencia
Hay que mirarlo todo y luego, si acaso, descansar.
Con los ojos abiertos como puertas
observar los papeles retorcidos,
la madre que tropieza con el niño en los brazos,
mentiras gateando por las venas.
Hay que ver cómo llueve casi nada
(dos gotas ciegas,
con la tacañería de los últimos tiempos),
a través de la tapia que sentíamos propia.
Hay que soplar las nubes que nos vuelven ancianos
con la pizca de aliento que estanca los pulmones,
avanzar con el viento que huele a algo perdido,
dar la vuelta a la página,
partiéndola en rodajas,
hacer que este suceso nos competa.
(...éste es el argumento de lo que está pasando
en la vida de un hombre que aún no se ha alcanzado,
se queda en el paréntesis que empieza triste
y se acaba en sonrisa emoticona...,
y no sabemos cuándo y ya tenemos prisa:)
Si somos hoy los únicos que nos alborotamos,
que nos ponemos cara,
que saltamos de pura incomprensión
rompiéndonos la crisma con el techo.
Si somos lapiceros marrones,
afilados,
con olor a madera y a grafito
aún por estrenar.
Si somos los culpables de decir lo que sale
por la boca más triste de la casa.
Hay que mirarlo todo,
aunque estén las cortinas sin limpiar,
llenas de restos de voces atrasadas.
Cuando se huelen asperezas
no se puede ambientar con sol caliente,
hay que pisar las flores que haga falta,
cortar la carne sana si es preciso,
vernos temblar como gallinas,
comernos las argollas y
lanzar las granadas del invierno
a la cabeza misma de la crisis.
Una vez que el sistema se haga trizas
veremos qué pedazos aguantan el envite.
En poesía he publicado Nada para cenar, LFC Ediciones, obra ganadora del Premio Local de Poesía Villa de Leganés 2005. He colaborado también con las revistas literarias Alex Lootz, Minguante, La Hamaca de Lona y Piedra del Molino, entre otras, además de aparecer en antologías como Voces del Extremo (Fundación Juan Ramón Jiménez, 2005). Vinalia Trippers ha seleccionado algunos de mis versos para el suplemento Poesmash (2007).
En lo que se refiere a relatos publicados, señalar El hombre del butano, Editorial Universidad Complutense de Madrid, La vida en común, Editorial Catriel, El empleo, Editorial Ayuntamiento de Getafe, Las mujeres no tienen que machacar con ajos su corazón en el mortero, Patrañas Ediciones y La ciudad de los muertos, Revista Literaria Volandas (Punta Umbría).
Los poemas que aquí aparecen pertenecen al poemario "El círculo de Newton", editado por Baile del Sol.