Si uno entra en la web de Bassarai, se encontrará, a modo de presentación, con el siguiente párrafo: "Con una nómina de autores de prestigio y traducciones de la literatura internacional, BASSARAI Ediciones apuesta por el arte y la literatura de calidad en narrativa, poesía y ensayo principalmente". ¿Puede Kepa Murua, editor de esta marca, hablarnos de sus dos grandes pasiones, la literatura y el arte?
Son años volcado en el oficio de editor, publicando libros propios y ajenos, leyendo y estudiando cosas sobre filosofía o arte, acudiendo a exposiciones y librerías. Debería decir que me interesa la cultura en general: el cine, el cómic, la música... Mis pasiones son otras más sencillas: conversar con un amigo sin límites de tiempo, viajar a un lugar donde no conozca a nadie, pasear sin pensar en nada.
Remontémonos a los orígenes de esta ya larga aventura. ¿En qué momento decidiste dar el salto y pasar de poeta a editor? ¿Cuál fue tu principal motivación?
Soy un poeta metido a editor que funda una editorial como Bassarai para publicar libros de autores que por aquel entonces, hace unos diez años, no tenían muchas oportunidades. No hay un salto cualitativo, son evoluciones personales que apenas tienen importancia. No me gusta hablar de mi vida personal, y me cuesta volver a episodios del pasado que están relacionados con mi ámbito profesional, pese a que haya algunos hechos significativos que hoy no tienen la importancia que tuvieron en su día. Pero la motivación es desde luego una: no hablar tanto y hacer cosas que están al alcance de la mano.
Entiendo que tras once años de actividad, estarás ya en condiciones de escribir "el manual del perfecto editor". ¿Cuáles son, a tu juicio, los errores más frecuentes en el mundo editorial?
Continuamente vuelvo a cometer los mismos errores de siempre, el aislamiento del escritor me persigue allá donde voy, la figura de editor me atenaza ante el trato que me dispensan los autores... Pero son cuestiones sin importancia ante la aparición de un buen libro en el que has participado desde el primer segundo hasta el último. Los errores son muchos, como pensar que este oficio es el mejor del mundo, o pensar que la literatura importa a más gente de la que importa. Pero todos ellos se podrían resumir en uno: creernos en aquello que no somos.
Y en cuanto a las grandes trabas del trabajo editorial...
El tiempo es uno. No poder llevar a cabo todos los proyectos que barajamos como cruciales. Y el dinero, sí, el dinero es otro. Un editor independiente nunca tiene la liquidez suficiente para promocionar su editorial como quisiera. Aunque pensándolo bien, no tenerlo es asimismo saludable, porque así tienes una claridad de ideas en cuanto a tus propias limitaciones, y trabajas con un ritmo propio, el de un oficio todavía artesanal en su concepto, por más que las tecnologías han renovado el mundo de la edición. En otras palabras, porque te conviertes en un editor que va libro a libro, sin que te vuelvas loco con proyectos inverosímiles que no están al alcance de tu mano.Creo que, en líneas generales, y después de lo que nos has explicado, todos nos hacemos una idea aproximada de lo que puede ser la realidad de una editorial, pero ¿qué se esconde tras bambalinas?
Silencio y lectura, trabajo paciente, pero intenso. Leer fragmentos de libros que no se publicarán jamás, leer alguno que verá la luz. Volver al diccionario a menudo. Quedarte en silencio ante los escritores que te cuentan una verdad cada cinco minutos. Quedarte quieto ante las bambalinas del mundo literario que sonríe a todas horas para subsistir.Algunas de tus apuestas editoriales conllevan un riesgo indiscutible, y supongo yo que al cierre del ejercicio no siempre te saldrán los números. En un país donde la gente apenas lee, y en el que la novela es el único género realmente comercial, ¿Es rentable editar poesía? ¿Cuál es el perfil del lector de ensayo?
Las ventas de las novelas nos permiten publicar la poesía que yo quiero. Si no fuera poeta, no existiría esa colección tan cuidada en su selección, porque a menudo no es rentable. En cuanto al perfil del lector de ensayo, he de decir que no lo sé. En todos estos años de editor en el que he conocido a tantos lectores debo confesar que no creo en un único perfil. Es verdad que el lector de Bassarai es más culto que analfabeto, más arriesgado que cómodo, más atrevido que inocente, más informado que ingenuo... Pero estas características no dependen de la edad ni del sexo de los lectores.Editas a autores vascos, pero también aparecen en tu catálogo un buen número de escritores extranjeros no demasiado conocidos. ¿No crees que esta extraña mezcla puede confundir al comprador potencial? ¿Cuáles serían las señas de identidad de la marca Bassarai?
No es verdad que editemos sólo a escritores vascos, la única verdad es que Bassarai es una editorial que desde Euskadi publica en castellano. Esa podría ser una seña de identidad en estos tiempos que corren; otra más fundada, en cambio, sería la apuesta por una literatura contemporánea donde la selección de los autores extranjeros y el cuidado de las traducciones es celoso y original. Si seguimos hablando de identidades, debería decir que publicamos más literatura europea que, por ejemplo, americana. Será cuestión de gusto y de cultura, pero no sólo del editor, sino también de todos los que colaboran en la editorial.
Admito mi debilidad por los libros de la colección de Bassarai-Arte, unos libros cuidadísimos que están teniendo una acogida fabulosa. Háblanos de tus trabajos con el fotógrafo José María Álvarez y también de los últimos libros que habéis editado.
Para salir de ese aislamiento que he comentado antes, como escritor y editor me gusta relacionarme con otros artistas, especialmente pintores, músicos y fotógrafos, algunos de los cuales son mis amigos, y con otros he coincidido por motivos exclusivamente profesionales. En el caso del escultor y fotógrafo José María Álvarez, fue él quien me buscó a mí. Había leído alguno de mis libros y me pidió que le acompañara en sus trabajos artísticos con mis poemas. De esta confluencia surgió un primer experimento editorial que tuvo éxito, como fue Itxina, y ahora le ha tocado a Flysch, otro libro de artista que en menos de tres meses se ha agotado en las librerías. Son pequeños milagros que pasan en un mercado saturado y ante unos medios que apenas se hacen eco de estos títulos. El resto de la colección de arte crece libro a libro, en cuidadas ediciones o facsímiles que se van agotando... Luego, cuando pasa el tiempo, son libros difíciles de encontrar.
Hace varios años que la palabra crisis es una constante entre los distintos sectores que intervienen en el mundo del libro, editores, distribuidores, libreros... ¿Es una mera impresión, o manejáis datos contrastados? ¿Qué te indican las liquidaciones mensuales?
La verdad es que vivimos en una perpetua crisis, pero en mi caso estoy acostumbrado. Es como una mentira que se convierte en verdad. O una verdad a la que no se le da demasiada importancia con tal de que la maquinaria siga en pie. Nadie quiere cambiar nada, ni los libreros, ni los distribuidores, ni los propios editores o escritores. La máxima es que perviva el negocio aunque sigamos cayendo hasta tocar fondo. En cuanto a las liquidaciones mensuales de los distribuidores, a menudo con resultados tan escasos, son para replantearse el sistema de venta.
¿Y cuál es la estrategia de Bassarai ante dicha crisis? ¿Alguna vez has pensado en tirar la toalla y volver a ejercer un trabajo por cuenta ajena, menos arriesgado y más convencional?
La estrategia es publicar libros cuidados, de calidad, y difundir el sello por otras vías como Internet. No me voy a extender en este sentido, pero es obvio que un proyecto periférico, si quiere sobrevivir, debe pensar en nuevas fórmulas que poca gente ha empleado anteriormente en el sector.
La editorial está en Vitoria, una zona donde no existe una tradición editorial. Esta distancia física con respecto a los grandes núcleos editoriales españoles, ¿ayuda o dificulta las cosas?
Dificulta a todos los niveles, pero qué se le va a hacer. Si estoy en Vitoria es por otros motivos.
No quisiera finalizar esta entrevista pasando por alto tu faceta de poeta, tan importante como la de editor, o quizá incluso más, si la valoramos a nivel de gratificación personal. Háblanos de tus últimos libros, de la evolución de tu voz poética.
Aunque mi obra poética se puede encontrar en la editorial Calambur, Cantos del dios oscuro es mi último libro de poesía publicado en una editorial nueva como El Gaviero. Son gestos y apoyos que me traicionan como editor independiente que soy. Pero el último libro es un ensayo de arte titulado Del interés del arte por otras cosas, que se presenta como una crítica serena al mundo del arte, todavía más enrarecido que el de la literatura. En el fondo es un repaso al mercantilismo del arte, a la idiotez de algunos artistas que se creen dioses, a la ignorancia de los comisarios de exposiciones, al engaño que depara el discurso del poder sobre el arte institucional, o a la confusión en que se sitúa el espectado ante el caos del arte actual en el que todo vale porque nadie quiere opinar con claridad. Pero creo que, como la poesía, estas cuestiones interesan a muy pocos.
La poesía en España, ¿goza de buena salud? ¿Qué opinas de los nuevos poetas y del tratamiento que se está dando, a mi juicio inmerecido, a ciertos nombres que constantemente aparecen en suplementos y revistas? ¿Hasta qué punto los críticos literarios mueven los hilos del mercado?
No lo sé. Cuando se menciona lo de los nombres, deberíamos a atrevernos a decir alguno, ¿no? Deberíamos mojarnos más y decir el título de ese mal libro alabado por la crítica, o de ese poeta que se repite hasta la saciedad. Pero mientras tanto, es preferible leer a todos con respeto y respetar por igual las equivocaciones propias y ajenas.
En cuanto a los críticos me gustaría dejar una cosa clara: no es verdad que mueven los hilos del mercado, para nada, qué más quisieran ellos. Existe una crítica académica muy ensimismada y concentrada en sus propios intereses, y otra mediática que responde a los vaivenes e intereses del momento. Pero la poesía va por otros derroteros. El que sale hoy mañana no vale tanto como se creía.
Anómalo, diferente, radical, esos son algunos de los adjetivos que frecuentemente se te asignan. A pesar de contar con un público fiel y devoto, ¿te consideras un poeta incomprendido, marginal, infravalorado o simplemente alguien a quien intencionadamente no se promociona lo suficiente?
Ahora estas cuestiones no me importan tanto, Pero en su momento eché en falta una crítica osada que estudiara mi obra dentro de los parámetros de la literatura contemporánea que busca nuevos caminos, sin dejar de lado lo que nos muestra la tradición. Pero en España estas cuestiones parece que no interesan si escribes como si estuvieras solo.
¿Cuáles son tus proyectos más inmediatos?
Un libro-disco que se publicará en septiembre y un nuevo libro de poemas que editará Calambur, titulado No es nada, donde por primera vez hablo de un Kepa Murua que, esta vez, no soy yo.
¿Nos hemos dejado algo en el tintero?
La pasión por la lectura. Una pasión que es el primer paso para llegar a ser, entre otras cosas, un escritor o un editor al que le asaltan muchas dudas en el camino. Sí, ese quizá sea mi mayor defecto, que le doy vueltas a todo, que me pregunto por la validez de lo que hago a todas horas.