Música
Zarzalejo Blues
Bert Jansch - The Black Swan
Sergio Sánchez-Pando
Admirable el estado de forma del incombustible músico escocés en su regreso a los estudios de grabación tras varios años de espera (su última entrega, Crimson Moon, se remite al 2000 y a ésta siguieron dos discos en vivo), espoleado para la ocasión por algunas de las más destacadas figuras de la última hornada del folk, incluyendo a su mismismo príncipe, el ubicuo y enigmático Devendra Banhart, además de a la racial Beth Orton, y a los responsables de ese combo de folk onírico-psicodélico llamado Espers; justo también cuando algunas de sus viejas canciones eran rescatadas en la incisiva ¨Una historia de Brooklyn¨, su belleza melancólica aplicada a modo de disolvente a fin de rebajar el histrionismo destilado en la película.
Con más de cuarenta años de carrera en sus espaldas (su influyente debut, Bert Jansch, reconocido como fuente de inspiración por numerosos guitarristas, data de 1965), comprendiendo una veintena de discos en solitario, además de aquellos editados a dúo con su alter ego durante tanto tiempo, el también mítico John Renbourn, o los seis decisivos trabajos que ambos guitarristas grabarían formando la espina dorsal de The Pentangle y que a la postre les reportaría el reconocimiento masivo, The Black Swan no puede sino remitir a los sonidos más característicos del escocés que hoy se revelan inmunes al paso del tiempo. Sólo la voz evidencia algunas asperezas propias de sus sesenta y tres años de edad, una carencia compensada con un plus de emotividad y la contribución de vocalistas más jóvenes.
The Black Swan contiene doce temas, siempre en formato acústico, alternando composiciones del propio Jansch (High Days o When the Sun Comes Up reivindican una vez más su estatura como autor, faceta un tanto eclipsada en parte por su virtuosismo como instrumentista) y clásicos extraídos de la tradición musical británica entre los que destacan Katie Cruel, interpretada por Beth Orton y Devendra Banhart, o Watch the Stars, de nuevo con Orton como voz solista.
En definitiva, el último trabajo de Bert Jansch sirve de recordatorio de lo que puede ocurrir cuando jóvenes valores reivindican la figura de viejos gigantes en hibernación: una vez éstos se alzan de nuevo, sus valedores quedan a su lado un tanto empequeñecidos; doble motivo, por tanto, para estarles agradecidos.