Arte
Teatro Africano: Destino Namibia
Deva Sand
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Si tuviésemos que buscar un remanso de paz, Namibia sería el lugar perfecto, ya que sólo cuenta con dos habitantes por kilómetro cuadrado en una superficie que duplica la de España. Nada mejor para pasar las vacaciones lejos de cualquier contaminación. Situando geográficamente nuestro país de acogida, precisaremos que al Norte linda con Angola y Zambia, y al sur con Botswana y la República Sudafricana. Tiene una costa magnífica donde el desierto más viejo del mundo, el Namib, linda con el Océano Atlántico. Nuestro destino es Homestead, una granja rodeada de naturaleza salvaje a unos 30 km del poblado de Otjiwarongo. Allí nos espera un grupo de amigos.
El desierto esta poblado por el bush, un tipo de arbusto espinoso. En la zona hay animales como el guepardo, el orix, el kudu, vacas Brahmans... todo este mundo vegetal y animal convive con rascacielos termiteros, de colores rojos, que fácilmente llegan a alcanzar los 2 metros de altura. Admito que todo lo que veía me resultaba muy atractivo, pero mi idea inicial era realizar un trabajo narrativo, contar una historia, encontrar movimientos ajenos a lo "habitual", por lo cual decidí visitar un poblado cercano. Los Damaras, con sus niños y sus abuelos sonrientes y llenos de curiosidad, me abrieron los brazos invitándome a cruzar el umbral de sus casas. Pronto me resultó obvio que este pueblo, que rápidamente se sintió protagonista, adora las cámaras fotográficas.
Paciencia, mucha paciencia. Mis anfitriones querían posar - ¡y todos al mismo tiempo!- para el reportaje que tenéis frente a los ojos. Una vez les mostré el "poder de las sombras", los niños comenzaron a disfrutar de todos los juegos que les propuse. De ahí nacieron el caracol, el saltamontes y el toro; fue todo un descubrimiento. Tumbada en el suelo y empapada en sudor, mi dedo índice apretaba el disparador mientras mi imaginación daba saltos de alegría. Así nació el "Teatro Africano".
Los días fueron pasando, y la historia (ahora compartida) crecía. Sin necesidad de hablar, aprendimos a comunicarnos con guiños, entre muecas y risas, en el mismísimo lenguaje de la inocencia. Es cierto; Viví una experiencia insólita, llena de sensaciones, que dio como resultado este trabajo en el cual resalta el contraste de los opuestos, del sueño y la vigilia, del Yin y del Yang, de las luces y las sombras, de la vida misma.
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