Constantemente valoramos
y tras cada valoración nos vemos obligados a una elección que nos modifica
(porque si nos paralizamos, si no decidimos, también estamos eligiendo)
Y cada elección nos conduce a paisajes
-lisos o arrugados- con los que interaccionamos
y de la propia interacción resultan nuevas valoraciones y decisiones
Y si, después de tantas encrucijadas cotidianas -imperceptibles e inconscientes-
no comprobamos si encajan las piezas de nuestro particular rompecabezas
nos conduciremos de forma ciega
Y podremos estar equivocados al creer
que ni hay otros caminos por los que andar
ni es posible limar las aristas de las piezas que no ajustan