Como sucede con las grandes novelas, Las aventuras de Augie March se presta a diferentes lecturas. La más canónica, forjada con la perspectiva del tiempo, habla de una obra que -con permiso de Henry Roth e Isaac Bashevis Singer- supuso la inserción del alma judía de tradición europea, en el imaginario norteamericano. La fusión de dos mundos que hasta entonces se habían desarrollado ajenos, dos realidades caracterizadas por una enorme vitalidad, la una joven y atrevida, alegre y confiada, la otra bregada e ingeniosa, que a partir de la novela de Saul Bellow darían forma a una realidad nueva, dinámica y compleja, recreada con brillantez por los numerosos cronistas que nacieron y se nutrieron en ella: Malamud, Allen, Philip Roth, y muchos otros.
No obstante, por influyente que se haya demostrado esa nueva cultura norteamericana de raigambre judía, especialmente desde mediados del siglo pasado hasta el presente, no basta por sí sola para explicar el interés de la obra de Bellow, si bien quienes deseen aproximarse a ella harían muy bien en leerla. Para quienes no sientan esa curiosidad ¨Las aventuras de Augie March¨ aún reserva numerosos alicientes, su lectura trasciende el fenómeno de simbiosis entre dos culturas en beneficio de una dimensión tan profundamente humana cuyo sentido resulta difícil acotar. Ocurre a menudo con las grandes novelas, uno se acerca a ellas impulsado por un aliciente previamente identificado pero emerge de la lectura con una experiencia distinta de aquella que anticipaba.
Algo así sucede a quien se anima a acompañar al joven Augie desde su Chicago natal en su accidentada y desconcertante trayectoria vital, determinada por su empeño en atender e involucrarse con el primero que llama a su puerta, dejando que el azar y el deseo le señalen el camino a seguir, en contraste con Simon, su hermano mayor, decidido a imponer su voluntad sobre el curso de las cosas, aunque ello implique casarse con una mujer a la que no ama a fin de procurarse la plataforma y los medios que le permitirán alcanzar su objetivo. Pero tampoco el instinto empleado a modo de guía garantiza a Augie la plenitud, ni siquiera cuando después de un sin fin de ocupaciones y peripecias logra casarse con la mujer a la que quiere. Ambos hermanos consiguen el bienestar material que les redime del desamparo de una infancia en el seno de una humilde y desestructurada familia de emigrantes, pero eso será con lo que uno y otro deberán conformarse.
Acaso la enseñanza que nos ofrece ¨Las aventuras de Augie March¨ sea que no conviene esperar demasiado de la vida, quizá sea suficiente con vivirla.