Le preguntaban al poeta y narrador Juan Cobos Wilkins, a raíz de su novela El mar invisible, Finalista VI Premio Torrevieja de Novela, por su conexión con El beso de la mujer araña del escritor argentino Manuel Puig. Como el propio autor reconocía, dicho homenaje existe, era evidente nada más conocer la trama de la obra. Pero eso era todo. La historia de Lorenzo Alange, maestro de escuela detenido por homosexual en las cárceles franquistas (ciertamente no deja de tener un toque inverosímil el que dicho personaje pudiera estar vivo, aún, y no se le hubiera aplicado la ley de fuga por su doble condición de maestro y de homosexual) y de la extraña petición del condenado a muerte por el brutal asesinato de dos hermanas, Damián Jaramundi Expósito, ex boxeador y buscavidas sin escrúpulos, que pide pasar su ultima noche en compañía de dicho maestro, hace que entre ambos se establezca una curiosa afinidad. Pero es que los dos condenados descubrirán en una larga conversación que tienen más en común de lo que pensaban en un principio, y que sus fantasmas, esos que permanecían aletargados, se les muestran demasiado semejantes a medida que se acerca la hora del garrote vil. Cruel y descarnada novela sobre el vejatorio trato que sufrieron los homosexuales en las cárceles franquistas, El mar invisible es una digna finalista del Premio Torrevieja de Novela, empeñado en dignificarse literariamente tras sus últimos escándalos.
Luís García.- Juan Cobos Wilkins, finalista del Premio Torrevieja de Novela 2007, ¿sorprendido?
Juan Cobos Wilkins. La voracidad (indigesta) y la fugacidad con las que los libros pasan hoy por las mesas de novedades y los escaparates de las librerías, apenas ya sin fondos, hace que éstas semejen pasarelas de la moda. En la espiral mercantilista nada perdura. Y El mar invisible es una novela en la que he trabajado con entrega mucho tiempo, escrita desde la conciencia y la emoción, no quería que fuese absorbida rápidamente por ese juego banal e ingrato, cruel incluso, de las novedades, y que hace desaparecer un libro en un mes, así que un premio como este le ayudará, espero, confío, a permanecer un poquito mas en las librerías, a darle tiempo a que funcione el boca oído, que es algo que para una novela como El mar invisible, es fundamental: sí, creo que este libro recibirá su mejor aliento de los lectores que de uno en uno hablen de él.
L.G.- Y con una novela, El mar invisible, totalmente diferente de la ganadora....y del modelo de narrativa que parece haber imperado en nuestro país....
J.C.W.- Cuando publiqué mi primera novela, El corazón de la tierra, pensé que la leerían mis amigos y pocos más, porque tampoco se amoldaba a los cánones imperantes, los protagonistas eran un anarquista y una anciana y se habla en sus páginas de la explotación de los seres humanos, situada la historia en el las legendarias minas de Riotinto, en 1888, cuando esos riquísimos yacimientos pertenecían a una poderosa compañía británica... Sin embargo, en el mismo mes de su publicación la editorial tuvo ya que hacer una segunda edición y hoy, seis años después, sigue interesando, creo que este año ha habido nada menos que siete ediciones y se ha llevado al cine en una gran producción europea de cine independiente. Nunca he seguido dictados de moda, esquemas comerciales. La intensa historia que se cuenta en El mar invisible, de aristas hirientes, tiene la palabra de un poeta, y esa combinación relampaguea.
L.G.- ¿Crees que el Jurado ha asumido cierto riesgo al premiar El mar invisible, aunque sea como finalista?
J.C.W.- Sin valentía, sin atrevimiento u osadía, no se puede caminar sobre las aguas de mares invisibles. Hay que dar pasos adelante, apostar.
L.G.- La homosexualidad entra en escena en la literatura, y a diferencia de en otras ocasiones, de un modo puede que más descarnado pero menos flower, si me permites la expresión.... ¿cómo nació El mar invisible?. ¿Cuál fue su génesis?
J.C.W.- Escribí El mar invisible porque se me hizo visible. Quiero decir, que no lo busqué: me encontró. Se me apareció y vi nítidamente esa historia: incrédulo aún, necesité tocarla para que la carne se hiciera verbo. Y viceversa, El mar invisible es de esas historias que te abren una herida para introducirse por ella hasta tu corazón. Y entonces notas que te late más aprisa, que su sístole y diástole suenan como el roce de las palabras en el papel. Hace años recibí la invitación a mantener una entrevista con presos de una cárcel de alta seguridad, en Huelva, me encontré un salón abarrotado, escuché preguntas sobre mis libros, se grabó para televisión aquella intervención... lo que iba a ser un encuentro de una hora... dura hasta hoy, y han pasado años. Porque supe que había más de medio millar de reclusos en lista de espera para leer libros míos y después que se creaba un Club de Lectura en la cárcel al que le ponían mi nombre. Pensar que en donde se alineaban barrotes privadores de libertad ahora estaban los lomos de los libros que contienen imaginación, palabras libres... eso me conmueve profundamente. Al tiempo, en otra antigua prisión de la dictadura, se colocaba una placa en recuerdo y homenaje a todos los homosexuales que allí sufrieron encarcelamiento, represión, humillaciones, vejaciones, por la única razón de su sexualidad, y además, en esa misma cárcel, estuvo el poeta Miguel Hernández cuando fue apresado tratando de huir a Portugal, durante la Guerra Civil, y a mí me habían hecho llegar de forma misteriosa el expediente carcelario del poeta... Todas estas piezas se ensamblaron y el mar comenzó a moverse. L.G.- Se la ha comparado, la novela, con El beso de la mujer araña, y aunque los guiños a la obra de Manuel Puig son evidentes, me gustaría que contaras que hay de cierto en ellos....
J.C.W.- Leí esa maravillosa novela cuando era muy joven porque, si no me falla la memoria, hace ya más de treinta años de su publicación en España, y quise guiñarle cinéfilamente en la mía. Reconocer su mérito y el disfrute de aquella lejana lectura. Pero El mar invisible zarpa y boga por otras aguas y se dirige a otros puertos distintos a los del libro de Puig, y no sólo los personajes, la escritura de mi novela, la palabra en ella, es otra y diferente.
L.G.- El mar invisible juega con unos términos en los que esta inherente la libertad absoluta, y la falta de la misma, algo que saben muy bien los presos en sus celdas, ¿por qué el mar en la novela y no las montañas, por ejemplo?
J.C.W.- Yo quería escribir sobre el amor, las soledades, la libertad y el poder sanador de la palabra. Cuando pedí permiso y lo obtuve para visitar la antigua cárcel de la dictadura franquista comprendí lo terrible que debía ser estar preso tras esos muros sabiendo que el mar quedaba tan cerca, oliéndolo, sintiendo su salitre, casi escuchando su ir y venir de olas... El gran símbolo de libertad que es el mar, su horizonte siempre más allá, se volvía aún más lacerante ahí, tan cerca y tan invisible. Olas sin alas.
L.G.- Y a su manera es una novela de amor, de reivindicación de la libertad, .........
J.C.W.- Sin "a su manera". Lo es. Como he dicho antes: amor, soledad, libertad y la magia del poder sanador de la palabra.
L.G.- ¿De verdad opinas que al homosexual sólo se le acepta de cara a la galería?. ¿Tanta hipocresía sigue imperando en la sociedad?
J.C.W.- Las diferencias entre países son abismales, mientras en unos, por ejemplo, el matrimonio es amparado por ley; en otros, el homosexual sigue arriesgando su vida, poniéndola en la picota. Pero incluso en los países con legislación más avanzada, una cosa es la teoría y otra la práctica. La vida diaria, la cotidianidad, no es siempre reflejo de una legislación. Son muchos años de acoso, maltrato, marginación, burla... eso cala, y no se borra de momento porque lo diga un boletín oficial. No es lo mismo lo que se expresa públicamente porque resulta políticamente correcto e interesa, y lo que en privado se dice. Lo manifestado externamente no coincide en demasiados casos con lo que, en el fondo y en realidad, se piensa. Lo dicho en voz alta difiere de la declarado en confianza. Y no es lo mismo el ámbito urbano, la gran ciudad, que la pequeña y el medio rural. De cara a la galería, a los medios de comunicación, las proclamas son las convenidas, pero en bastantes ocasiones, luego, en la intimidad, el pensamiento verdadero es otro. Hay demasiado sepulcro blanqueado.
L.G.- ¿Qué siente un escritor, a quien le han puesto nombre a la biblioteca de una cárcel?
J.C.W.- Es luz para los momentos difíciles.
L.G.- Vienes del mundo de la poesía, aunque esta no sea tu primera novela, ¿te sientes antes poeta que narrador?
J.C.W.- He nacido en una tierra en la que es tan buena la gamba blanca como el jamón de pata negra, de los dos disfruto.
L.G.- Porque El mar invisible es una novela muy poética......
J.C.W.- La espada del héroe con el mismo filo que hería, que cortaba, a la par, cicatrizaba esa herida, la cauterizaba: así, en El mar invisible.
L.G.- ¿Qué estas preparando en estos momentos?
J.C.W.- Hace una década que no daba poesía a publicar, he concluido un libro nuevo, y espero que saldrá en próximo año.