Pinchar encima para ampliar la imágen
Fotografía: Ixone Sabada
P está en silencio, a oscuras. No puede gastar demasiado en el recibo de la luz. ¿Sacrificio gratuito?, no hay nada de eso. P está investigando en una nueva composición. P es un artista plástico que ha logrado controlar el ego. Huye de la peligrosidad tóxica de la fama mediática, y de pintores- escultores-instaladores y demás fauna que se refugia agradecida tras unas gafas oscuras en plan turista accidental. P pasea por parajes tranquilos alejados del centro neurálgico donde todosecuece, y come bocadillos rellenos de queso en lonchas y castañas asadas. Los sábados por la tarde acude a la biblioteca pública buscando el calor del hilo radiante y periódicos atrasados con suplementos de arte. No lo puede evitar y se le escapa una sonrisa maliciosa al leer una crítica, o la reseña de una exposición. Conoce a la perfección el entramado artístico, así que decide buscar en la estantería de literatura castellana y saca una novela donde los personajes tropiezan, sobreviven humildemente al triunfo fácil y barato. Son personajes como P satisfechos con sus contradicciones, que habitan estudios encantados y viven sin miedo atizando la cocina de carbón. Seres humanos que han aprendido a neutralizar el deseo voraz, casi enfermizo. Son, como P desertores de las redes sociales manipuladoras que atrapan a los artistas proclives al éxito rápido y los devoran en un suspiro con sus poderosos tentáculos venenosos.
Y se escapan -pegando un portazo- del imperativo categórico de la prensa, y
de los catálogos con brillantina,
del termostato del IPC.
Y no se dejan embaucar por el resplandor de las ventas
de afamadas galerías, que promocionan
a sus artistas aupándolos a los cielos
para más tarde dejarlos arder en
las llamas del infierno.
Ni se dejan engatusar por la
frivolidad malsana de la
prensa especializada, o los comisarios
de moda que operan con artistas
objeto, que todo lo que
tocan lo convierten en mierda, o peor aún
en muñecos de cera que guardan
en la casa de Barba azul.
P está harto de la sociedad de consumo, deseosa de novedades
a todo ritmo.
P se quita los calcetines mojados y piensa en la cantidad
de artistas que se dejaron llevar por el
relumbrón de la moda
EFIMERA
y sintonizaron con las
nuevas tendencias.
¿Quién recuerda ahora a esos
artistas que desde
lo alto del cielo afirman
-todos a una- que
el libre mercado lo
arreglará todo?
El mercado, palabra recurrente...
¿Conocen ustedes
los beneficios reales del mercado?
P se aleja del insoportable ruido de fondo y compra pigmentos
en días soleados que mete en una bolsa
de plástico junto a una barra
de pan. Porque P es un
artista y sabe que no existe
relación directa entre la
creación y la fama.
NO LA HAY.
P es sabio y se encierra
en su estudio. No renuncia
al arte. Apuesta por
la creación sin aspavientos,
sosegada. Descubre, investiga
sin concesiones ni exigencias.
P es humilde,
es honesto. P es un gran
artista.