El biólogo y analista David López (Langreo, Asturias, 1978) se ha alzado con el Premio Jaén de Novela 2006 con la obra 'El crimen de Los Monegros' (Editorial Mondadori), una novela de suspense ambientado en los últimos años de la dictadura franquista. Estamos pues ante el descubrimiento de un nuevo autor que seguro nos deparará grandes sorpresas en el futuro.
Luis García.-David López, ¿qué hace un biólogo y analista de laboratorio metido a escritor?
D.L.- En realidad, quizá la pregunta sería qué hace un escritor metido a analizar mostos de sidra y estudiar nomenclatura latina binomial. Aunque es bien cierto que soy un biólogo vocacional (me encanta la ciencia y su lógica, su inmensa capacidad para hacer predicciones que se cumplen con una fiabilidad asombrosa), no es menos cierto que cuando me preguntaban a mis tiernos quince años qué quería ser de mayor, no dudaba en responder que quería ser escritor. Y no es un caso aislado: somos muchos los hombres y mujeres de ciencia que nos hemos pasado al mundo de las letras... quizá con la fe del converso.
L.G.- O lo que es lo mismo.... ¿cuándo comenzó a escribir David López?
D.L.- A los quince años comencé a perpetrar historias que, echando la vista atrás, no puedo sino mirar con una mezcla de asombro y vergüenza. ¡Eran terriblemente malas! Carecía, por supuesto, de toda base literaria y de cualquier sentido del ritmo en la narración, de cualquier uso de recursos narrativos. Era un niño que jugaba a escribir historias. Sin embargo, quizá debería decir que en realidad escribo desde hace dos años, que es el momento en que decidí tomármelo en serio. Ya que dedicaba horas y horas de trabajo a esto de llenar páginas de garabatos, pensé que lo mejor sería hacerlo bien y con cierta profesionalidad.
L.G.- Ya que a pesar de ser un desconocido (literario) no es éste, el Premio Jaén, el primero que atesoras.....
D.L.- Así es, aunque tampoco es que tenga un bagaje de premios de lo más extenso. Dado que soy un inepto escribiendo cuentos, y las novelas llevan su tiempo (es el único género que cultivo), no he tenido tiempo de presentarme más que a unos pocos concursos. El otro premio que he conseguido en 2006 fue el Certamen de Novela Corta "Valdemembra", en Quintanar del Rey, con una pequeña novelita de la que me siento muy orgulloso. En ese mismo año también he sido finalista del premio de novela Ángel Miguel Pozanco y del premio Planeta.
L.G.- Premio que has ganado con una novela muy de genero, y muy cinematográfica, El desierto de los Monegros.... ¿qué te impulso a presentarte al mismo?
D.L.- Básicamente, azar. Sé que en el mundillo de los concursos hay que escoger bien los lugares a los que enviar los manuscritos, que no todas las novelas pueden optar a ser ganadoras, dependiendo del jurado y de la editorial... Quizá lo bueno que tiene ser un chaval al margen de todo el "ambiente" literario es que no me pienso en exceso las cosas y las hago, sin más. El Premio Jaén me pareció un premio oportuno y ajustado, y no me lo pensé dos veces.
L.G.- ¿La ves en la Gran Pantalla?
D.L.- Carezco por completo de alma de especulador. No negaré que sería una grata sorpresa, pero lo primero son los pies en la tierra.
L.G.- ¿Te inspiraste en algún caso real para perfilar a los protagonistas de El crimen de los Monegros?
D.L.- En ninguno, aunque la idea central de la novela, un crimen y un investigador que parece incapaz de llevar a cabo su tarea, ya me rondaba por la cabeza mucho antes de viajar con Javier a los Monegros. Pero no hay ningún hecho real o fingido tras la novela.
L.G.- El cabo Ortiz recuerda (a mi me lo parece) al sargento de una conocida pareja de guardias civiles de un reputado novelista.... ¿casualidad o premeditación?
D.L.- Mera casualidad, ya que no he leído a Lorenzo Silva (todavía) y mi interés por la novela negra, hasta este momento, era marginal. Me pareció que el personaje de un guardia civil sería más propio para una investigación en un lugar como Los Monegros, en los que cualquier otro personaje hubiera resultado demasiado exótico.
L.G.- ¿Por qué es Los Monegros el lugar perfecto para la trama que se desarrolla?.
D.L.- Por su soledad y aislamiento, sin duda. Jamás me cansaré de decir que, desde cierto punto de vista, las tierras que se extienden entre Alcubierre y la Hoya de Huesca pertenecen a Marte. En ellas se tiene la sensación de que todo lo que ocurre allí, allí se queda, y de que lo exterior no puede ser más irrelevante. Como escenario autocrático para una novela, es perfecto.
L.G.- Estamos en la España mas negra, en medio de un ambiente hostil y con un escenario claustrofóbico y angustioso (no para de llover). ¿Qué pretendes decirle al lector con todo ello?
D.L.- Que se olviden del resto del mundo y se concentren en lo que ocurre en el pequeño pueblo de Valdeazores, que es el trasunto para tantos pueblos de colonización monegrinos en los que se cuecen mil y una historias que, para sus protagonistas, tienen mucha más importancia que todo lo que pueda acontecer lejos. La lluvia, que intento tratar como un personaje más, ha de delimitar las miras del lector a la acción y hacer de compañera silenciosa y plomiza a toda la acción.
L.G.- El barro lo ensucia todo.... también la memoria de los habitantes del pueblo....¿Así te imaginas a la España de entonces?
D.L.- No necesariamente; la oscuridad, el barro, la memoria, son más características de una España que, por aquellos tiempos, ya estaba en pleno proceso de extinción, gracias al cielo. Si lo uso en esta novela es para dar fe de que, como decía con el caso de la lluvia, el pueblo es un aparte añadido al resto de la realidad del mundo y que, en rigor, el mismo pueblo es un mundo en sí mismo, alejado de todo lo demás.
L.G.- ¿Qué estas escribiendo en estos momentos?
D.L.- En estos momentos estoy trabajando en tres proyectos que espero ir terminando a lo largo de la primera mitad de este año. Uno de ellos es una novela que trata en parte sobre la Argentina de los años de la Década Infame, otro es un proyecto personal sobre la historia (más o menos novelada e irónica) que cuentan los frescos de la capilla sextina, y el tercero es una biografía delirante acerca de la vida de Charles Darwin.