Conquistar o seducir debe ser la prevalesencia que instintivamente como un animal imaginariamente puro, salvaje, trata de incorporar, taladrar, en la existencia como vida y simiente de algún desconocido principio en el arte. Vida y obra indivisible o fingidamente deformable. Así todo lo que uno ejecuta diferencialmente entre lo concreto y lo imaginario, lo que provoca asiduo actuar o pensar, será siempre el reconocimiento de lo universal, de lo único, del Todo. Esto lo que provoca es que toda obra de arte sea tangente a eso que la metafísica trata de llegar. Será un referente absoluto, pero no así cuando la obra sobrepasa, se distiende y penetra, secante, para volver a salir y en un instante olvidar o restaurar una idea de belleza por otra de cruel belleza o de maldad. Lo que trato de decir es que todo hombre sea cual sea la vida que ocupe, entretenga o desempeñe, ineluctablemente será tangente a ese todo por el simple hecho de encajar en eso que entendemos, hasta ahora, por vivir. No así el que en cabal ideal trata de inventar o descubrir alguna otra razón para sustentar, justificar o vaciar aquello con lo que se relaciona esa abstracta vida. Desde luego, únicamente aquel que desdoble y repliegue esa encontrada e impuesta totalidad será capaz de multiplicar esa antes ajena y ahora propia y secreta belleza. Que dependerá de la estructura en la que está cimentada para consolidar en una temporalidad espacial ese arraigo y nuevo entender en el ordinario mirar. Esta complejidad es lo que hace que sean muy pocos los artistas que logran esta suspensión en las generaciones paralelas y venideras. Aquellos en los que la veta parece infinita. Es el caso de José Lezama Lima, de Wifredo Oscar de la Concepción Lam y Castillo; de Pablo Ruiz Picasso, de Francisco Gómez de Quevedo y Villegas; de Jean Arthur Rimbaud, de Oscar Claude Monet; de Jorge Eduardo Eielson, de César Abraham Vallejo Mendoza; de Nicanor Parra Sandoval, de Roberto Matta Echaurren.
Asesino
Todos los días te levantas
frío a cazar a trabajar
a matar
a tu ser guardado
debajo la almohada de tu uña
en los hongos
que existieron bajo el agua sucia
del rincón olvidado
de tu casa de esteras y carrizos
edificio en el perímetro de la pluma
del ave que explotó que voló su libertad
en el camal a su destino
mejor escrito por el poeta
que fue sangrado
al observar su realidad
al nacer otra vez
por el ciego hacia la letra acostada
en las cenizas
detrás del ojo escondido
bajo la axila truncada
de la vena que emerge en la silla turca
entre las montañas de barro
cavada y cagada
en los pelos de la corbata
hasta el corazón del que fue a matar al amanecer.
Incomprensión
Ya las mariposas
negras y rojas
han dejado de volar
en tu pecho en el misterio
como flor
de un día solo
Yo le canto a tu olvido
con mi grito en tus hojas
me marchito
como la madera en las astillas
de eucaliptos
se secaron
En diez mil años
como el hombre en los Andes
las sagradas figuras descifrando
en eterna erosión
las que fueron vírgenes
guardianas decapitadas.
El hombre ausente
Arañados
acabados
con la batalla final
entre lluvias
torrenciales
en los trenes vacíos
casas de arañas
vestidas
ropajes rojos
el avión atropellado
la cucaracha
la rata y su amante
se lamen
se penetran
como el agua y el aceite
en el desierto
con autopistas
en selvas de concreto viven
la Tierra y sus animales
los despojos los basurales
lo amado por el ave
que jamás voló en sus silencios
con más de cuatro
extremidades
el hombre ya no está
transformado
el planeta enfermo se curó
El ave negra
El ave negra
se apodera del piojo
volando más allá
todos sus placeres
en la carne lodosa
que fue historia
viva
el ave inmortal
siempre en la pluma caída
rugiendo y aullando
en la soledad
descubrir el viento
cual paraíso infernal
sobre las aguas vivientes de tu pecho
resquebrajado como el hielo
de tanto morar y llorar
entre los virus perlados
tu belleza de fuego
esquelético
en la sima con ese del hijo
el caído del cielo
siempre hacia arriba
en las lágrimas cojas
sobre dos atmósferas
lo que fue vida
de marciano
en el ave inmortal
Desagües
La corriente
del río
pasa ploma
y muerta
sin cielo
en el
reflejo
contaminado
los homicidios.
De ENCRUCIJADA.
Lima, Agosto de 2000.